Más allá de roles, nombres o cargos, escribir por tantas mujeres que hemos decidido liderar movimientos, causas y propósitos nos compromete a narrar un poco de nuestra historia, una que, quizá, en algún momento, pueda resonar con otras. Yo escribo en nombre de las líderes que me acompañan en el camino de hacer empresa y a quienes admiro profundamente, cada una desde su esencia.
En el diario ejercicio de liderar y guiar una empresa para que crezca sin perder su propósito, te detienes, la miras con admiración y te observas, después de 16 años surfeando olas, sin saber si todo saldría bien o no al año siguiente. Respiras, y con un suspiro de alegría sabes que ha valido la pena, no porque algún día termines, sino porque simplemente descubres que la tranquilidad llega cuando aprendes a disfrutar el viaje, sorprendiéndote con cada puerto al que llegas, con cada vendaval que se aproxime o como digo yo, con la actitud necesaria para que salte la liebre en el próximo proyecto y podamos sortearla.
Siempre pensaba que, si desde el día 1 me sentía construyendo una organización de talla mundial, lo seríamos. Podría sentirse un poco lejos o quizá un poco romántico, pero puedo decir que es la receta mágica para todos los que construimos empresa a pulso: sentirse grandes y capaces desde su inicio.
Me volví una coleccionadora de pensamientos negativos: Y… ¿Si no soy una buena líder? ¿Si pierdo? ¿Si todos lo hacen mejor que yo? Y pronto te das cuenta de que el reto no es con el mercado, ni con las otras empresas, ni con los otros emprendedores. El reto y tú se vuelven uno solo, una carrera contigo mismo. Cada quien elige cómo afrontar sus retos de crecimiento; este fue el que elegí. Esto me lo tatué en una neurona cuando se lo escuché a la fundadora de Crepes and Waffles: “Hemos llegado hasta aquí porque la competencia ha sido con nosotros mismos, con levantarnos todos los días a ser una mejor versión para nuestros clientes, nuestro equipo y nuestros aliados”.
Te das cuenta también de tus múltiples torpezas en el liderazgo y de todos los que tuvieron que sufrirlo, pues tú también estás aprendiendo. No quieres hacerles daño, pero quieres que todo salga tan bien que empiezas a perderte en la obsesión y la exigencia. Una exigencia que quema hasta los huesos tuyos y ajenos.
Respiras, te ves nuevamente aprendiendo, cierras el pico y abres tus orejas. Empiezas a escuchar: tu alma, tus socios, tus amigos, tu familia, tus mentores, tu equipo todos desean lo mejor para ti. Ellos ven en ti algo que tú no logras ver porque estás demasiado inmerso en hacerlo posible. Palabras que te retumban, te zarandean, porque son estas personas las que te van a decir con amor y verdad lo que debes mejorar para poder seguir. Sabes que no te harían daño, pero sus consejos y retroalimentación también hieren, y duelen porque sabes que son ciertas. Aceptas que debes hacer ajustes para continuar.
Al fin y al cabo, trabajas en una empresa que co-crea cultura empresarial y acompaña a sus líderes para que puedan llevarla a la acción. Tú debes ser el primero que se esfuerza en mantener una cultura que acompañe el negocio. Esa es una de nuestras ventajas, sabemos cómo ponerlo en acción, aunque no siempre sea fácil. Sientes gratitud por estar en el negocio correcto. Realmente recarga el espíritu darte cuenta de que trabajamos el 70 % de nuestro tiempo, y que estás sumando para que ese tiempo valga la pena para muchas empresas en Latam y sus líderes.
Cuando tomas aliento, avanzas, y otra vez te sientes cómodo en tu camino. Entonces aterriza en tu vida el milagro más hermoso: tu hija, eso que desde que tienes 7 años has esperado con locura. Ahora ves cómo la competencia sigue adentro: tu rol de líder y tus hijos compiten por el tiempo, y logran desestabilizarte, logran que te invada la culpa.
Has alcanzado un nuevo nivel: aprender a gestionar el tiempo para ser una gran madre y una gran líder. ¡Qué alivio!, descubres que se puede. Te vuelves más eficiente; también aprendes que la perfección no se alcanza: entonces comprendes que todo había sido perfecto, todo es perfecto. Entiendes que tu compromiso es con la excelencia: mejorar tus hábitos, tus pensamientos, tu orden, tu agenda, tus prioridades, tu foco. Debes dejar al inventor que pone 300 ideas por minuto y empezar a hacer una de las cosas más importantes en la vida del líder: trabajar consistentemente en lo que agregas mucho valor, pon toda tu energía ahí, renuncia a todo lo que no sume, sin dudarlo.
Ahora hay algo en ti que ha cambiado: ya tienes niños en la casa y con eso te basta. Ahora quieres trabajar con adultos. Aprendes a exigirles como adultos, hablarles como adultos, y a retarlos como adultos. Y al cambiar la página, te ves rodeada de un equipo excelente, unas líderes de otro nivel, que al igual que tú, se autoexigen, porque de verdad quieren ser una mejor versión. Los enemigos nunca están dentro de los equipos, ni afuera, el enemigo siempre está adentro tuyo, si tú lo decides.
Todos los que diariamente nos levantamos a co-crear mejores lugares para trabajar,cambiando el mundo desde adentro, desde la cultura, pondremos todo para que esos clientes que nos permiten ser el puente entre Caramelo Escaso y miles de líderes, empresas y personas que quieren transformarse, siguen más vivos que nunca.
5,840 días trabajando incansablemente para dejar un mundo mejor a nuestros hijos. Si una empresa crece desde la #Cooltura, significa que varios líderes hemos decidido hacer un cambio, y decidido llevarlo a la acción.