Su nombre no se debe a una calificación, pero bien podría serlo pues el Labrador ha demostrado destreza y resistencia en muchos campos: en las Guerras fue detector de minas, en los aeropuertos persigue drogas, y es lazarillo y rescatista. Además es un nadador sin par y tiene olfato y memoria visual prodigiosas.
Las costas de Labrador, Canadá, es de donde proviene, aunque también se asegura que es oriundo de Newfoundland, en el mismo país. Allí los pescadores de bacalao lo utilizan para recuperar los peces que intentan escapar.
En 1820 llegó a Inglaterra, y ese cambio significó que lo descubrieran como asistente de cacería; solo como eso, pues los cazadores le enseñaron únicamente a traerles las presas heridas, una tarea “indigna” para sus Pointers y sus Setters.
Los antepasados del que también se conoce como perro de San Juan se ubican en la raza Terranova del siglo XVIII. Mire al Labrador a los ojos: en estos usted verá un carácter dulce, una expresión franca y gran inteligencia.
Altura | De 57 a 62 cms. el macho, y de 54 a 59 la hembra. |
Peso | Entre 29 y 36 kg. el macho, y entre 24 y 31 la hembra. |
Promedio de vida | 12 años. |
Colores | Negro, chocolate o amarillo, este último en tonalidades del crema al rojo. Algunos tienen una mancha blanca en el pecho. |
Una característica | Su “cola de nutria”, muy gruesa en la base, fina hacia la punta, de longitud media, sin flecos y fuerte. |
Carácter | Es un compañero repleto de energía. No es agresivo ni con los animales. |
Precauciones | Detestan la soledad y necesitan mucho ejercicio porque parecieran sufrir de gula. |