El desarrollo vial de Oriente va en reversa. Con excepción de los relacionados con el aeropuerto José María Córdova, en esta región prácticamente no existen proyectos que respondan al desbordado crecimiento poblacional y vehicular que ha experimentado la región. Y mucho menos aún, al que se viene.
Bueno, proyectos sí hay, pero se vuelven humo, nunca se materializan.
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Avanza a buen ritmo, sí, el intercambio en la glorieta del aeropuerto, que estaría terminado a finales de 2025. Aunque lo más importante, que es la conexión directa, elevada, entre el túnel y el aeropuerto, podría darse al servicio en unos cuatro meses.
Y pronto iniciará obras la segunda calzada del Túnel de Oriente, que entraría a operar en cuatro o cinco años. Muy tarde, pero por fin corregiremos el grave despropósito de que a un aeropuerto tan importante no pueda llegarse por doble calzada desde la ciudad.
Por el resto de Oriente, solo tristezas. Iniciemos con la glorieta de Indiana, punto crítico para conectar los valles de Aburrá y San Nicolás. Estrecha como pocas, colapsa todas las mañanas y todos los fines de semana. Eso implica filas interminables por la vía Las Palmas y por la variante al aeropuerto. El proyecto de intercambio existe, es relativamente sencillo, pero por el momento parece muerto. No tiene doliente.
Muy grave, pues nos esperan varios años de empeoramiento gradual del tráfico.
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¿Y qué habrá pasado con ese interesante proyecto de doble calzada entre el alto de los colegios Vermont y Theodoro Herzl, y El Tablazo? Tuvo mucho despliegue hace cinco años, terminando la gobernación de Luis Pérez. Nos dieron a entender que estaba adjudicado, que ya se iniciaba, que sería extraordinario… y luego, nada. Pero nada de nada.
De otro lado, ya está perdida la posibilidad de que cuenten con doble calzada las dos importantes vías que salen de Indiana: la que lleva a Llanogrande y la variante al aeropuerto. Ese sueño ya lo archivamos.
¿Pero es que ni siquiera van a tener retornos?
Entre el peaje de Indiana y La Fe no existe ni uno. Entre Indiana y el aeropuerto hay dos, uno a pocos metros de Indiana y otro en el peaje. Pero se necesita mínimo uno, cada tres kilómetros. De lo contrario cada sobrepaso, cada ingreso o salida hacia la izquierda es una maniobra de alto riesgo.
Inconcebible, inaceptable, no tener retornos en vías de tanta importancia.
¿Tendrá que ver con que los bordes de la vía bajando a la represa se convirtieron en toda una zona industrial y comercial -probablemente ilegal- dedicada a la carpintería?
Ideas las hay, dinero hay o se consigue. Pero se van diluyendo con el paso del tiempo. Los concesionarios no parecen interesados, los municipios carecen de liderazgo y el gobierno departamental apenas se está tomando confianza.
Entre tanto, continúa el desplazamiento hacia Oriente. La oferta de nueva vivienda, centros comerciales y servicios, disparada.
Pero de vías, nada que cambie la modestísima dinámica de los últimos años.
¡Ni siquiera pañitos de agua tibia!