Volquetas y camiones estaban en mora de ser restringidos tras toda una vida de impunidad ambiental, siendo responsables del 58% de emisiones PM 2.5 en Medellín.
“Ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio… contigo porque me matas, sin ti porque yo me muero… ni contigo ni sin ti”.
Así cantaba el español Emilio José hace unos 30 años a un amor imposible.
Como también imposible es la relación de Medellín y sus habitantes con la medida de pico y placa, cada vez más intrusiva y hostil. Con ella la ciudad se asfixia… pero sin ella se ahoga.
Tener pico y placa hace la ciudad menos vivible, vuelve a muchos de sus conductores casi en enemigos públicos durante unas horas al día. Pero no tenerlo también hace la ciudad menos vivible por la congestión y la contaminación insoportables en horas pico.
Tener pico y placa saca carros temporalmente de las vías, pero también aumenta los trancones justo antes y justo después. Y, en la medida en que se vuelve más estricta, en estratos altos estimula la compra de otro vehículo, precisamente lo que se quiere evitar. Para satisfacción de fabricantes y comerciantes de autos, así como la elevación del empleo y el PIB de la ciudad.
Dice la teoría que el pico y placa motivaría a los conductores a unirse, a hacer carpooling, de modo que no circulen tantos vehículos solo con el conductor a bordo. Lo cual presupone que los carpoolers salen de y llegan a -más o menos- los mismos sitios y a las mismas horas.
Y que solo van de A a B, que no les toca a veces quedarse un rato más en la oficina, que no tienen que parar en el mercado, recoger a los niños ni pasar por la notaría. Y, por supuesto, que sus carros tienen placas terminadas en número diferente.
Dice la teoría que el pico y placa motivaría a los conductores a caminar más o a usar la bicicleta. Lo cual presupone salir y llegar de día, tramos cortos y planos, no llevar mucha carga, no usar ropa elegante y tener un buen estado físico. Y confiar en que las vías son seguras, tanto respecto a robos como a tráfico.
Difícil, en especial para ciclistas. Que, por si fuera poco, deben tener en cuenta los frecuentes aguaceros vespertinos. Y los gravísimos problemas de respirabilidad de nuestro aire en marzo, abril, octubre, noviembre…
¿Usar transporte público? Ojalá, pero aún falta demasiado para persuadir al grueso de conductores de que lo usen.
¿Y qué tal el reciente pico y placa para volquetas y camiones? Claro, estaban en mora de ser restringidos tras toda una vida de impunidad ambiental, siendo responsables del 58% de emisiones PM 2.5 en Medellín.
Una volqueta o camión mal mantenido (casi todos, dirán algunos) contamina más que 50 automóviles de modelo reciente.
¿Pero, qué pasa entonces con los acarreos de materiales e insumos hacia incontables obras, industrias y comercios por toda la ciudad? Al fin y al cabo, el sector transporte mueve la economía y esos productos hay que recogerlos o entregarlos en algún momento.
Que se sepa, no existe volqueta o camión pooling. Un pico y placa para vehículos pesados simplemente desplaza y concentra su actividad, no la reduce.
Bueno, ¿y qué sigue? Como esta medicina nos está enfermando, nadie se extrañe si nos duplican la dosis -¿pasar a días completos?- a ver si de pronto, ahí sí, mejoramos.