Espacios habitados

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Retorno, esta es una palabra que define muy bien lo que ocurre ahora, cuando diversas entidades han decidido abrir sus puertas y darle la bienvenida a la presencialidad.

Comenzaron a abrir con timidez y el público se ha ido acercando poco a poco. La Pandemia hizo lo suyo y dejó un temor que se manifiesta de múltiples maneras. Ha sido, por tanto, lento el retorno a salas de concierto y teatro, galerías y museos. Sin embargo, la emoción del compartir se ha hecho evidente.

“Mirar a los ojos es un encuentro real”, “sentir la risa del otro nos habla de cercanía”, “observar la sorpresa, el entusiasmo, la duda, ante la obra de arte puede ser el inicio de una conversación”, “dialogar, dialogar, de eso se trata”, son algunas de las frases que se escuchan en recintos y espacios al aire libre. La experiencia en vivo y en directo es gratificante. Y, luego del encierro obligado, adquiere un mayor sentido.

La Rambla abrirá sus puertas el próximo primero de octubre después de varios meses de trabajo continuo e intenso. Los interesados en visitar la exhibición y en conocer el proceso pueden conocer más a través de su cuenta de Instagram

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Museos y galerías han vuelto a abrir sus puertas con la posibilidad de acercarse a la obra de arte, de intercambiar conceptos con el artista, de interrogarse sobre las razones de su lenguaje plástico y proponer lecturas distintas a las de curadores y críticos. Como los libros, que tienen una vida propia, la sala de arte también la tiene, la vida palpita allí, en cada pieza, que se potencia a través de las diversas miradas de los espectadores.

La virtualidad permitió no perder de vista el arte, la música, el teatro, la argumentación. Demostró que en los momentos de crisis la cultura prevalece. Ahora, galerías y museos invitan a asistir, con todos los protocolos, a compartir en el torbellino que puede llegar a ser la inauguración de una exposición o en la conexión intensa que llega cuando se observa la obra en solitario.

La cultura se construye a través de lazos, con acciones individuales y colectivas. Entre otros lugares, la Galería La Balsa presenta la obra íntima y profunda de Juliana Correa; Lokkus convoca con las piezas de John Mario Ortiz y Eduardo Ramírez Villamizar; el Museo Maja, de Jericó, tiene abiertas las muestras de Toni Kuhn, Luca Zanetti, Daniel Mühlemann, Santiago Vélez, Julio Monsalve, Ana María Velásquez y José Ruz Ruiz, cada una con un lenguaje tan distinto, que resulta un gusto recorrer las salas y detenerse despacio en obras en las que la naturaleza, la Tierra, el ser humano, se hacen protagonistas sugiriendo, inquietando. Y, como estos, muchos otros escenarios de Medellín y Antioquia, Colombia y el mundo, le dicen sí a la presencialidad.

La galería y el museo dimensionan su realidad, dejan atrás lo etéreo de la virtualidad, vuelven a ser espacios para habitar, para palpitar.

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Arte Alto estrena sede

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A partir del 9 noviembre, la galería Arte Alto contará con un nuevo espacio en LeMont Comercio, en el alto de Las Palmas.

La galería Arte Alto también abrió nuevamente sus puertas, con la exposición Tierra Móvil, de Óscar Villalobos; una obra en la que el artista busca poner en evidencia el conflicto entre el hombre y la naturaleza. Y a partir del 9 noviembre, la galería contará con un nuevo espacio en LeMont Comercio, en el alto de Las Palmas, con la exposición Tonos del artista Juan Camilo Álvarez.
Arte Alto nació en 2017, como una iniciativa de Felipe Ángel y Eugenia Betancur, quienes decidieron crear un espacio en el que, más allá de la comercialización de obras de arte, se impulsara la gestión cultural y la promoción de artistas latinoamericanos en Colombia y en el mundo. Los espacios expositivos de Arte Alto se convierten en experiencias, en las que las vivencias del público son inolvidables.

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