El término moda sostenible pasó de ser una tendencia a convertirse en una obligación. Diana Ángel, directora creativa de Wünn, es el mejor ejemplo. Diseñan camisetas de algodón primado orgánico y su proceso de confección y terminación se realiza en Medellín.
En Wünn elaboran chaquetas de denim con 50 % de algodón reciclado y su lavado es muy amigable con el medio ambiente, solo se necesitan dos litros de agua que después son purificados y recirculados al lavabo. Una producción tradicional puede gastarse hasta 50 litros en una prenda. En Wünn no se usan químicos nocivos como permanganato y el lavado dura sólo diez minutos, lo que representa ahorros además en recursos energéticos.
En su empresa es importante que la sostenibilidad sea transversal en todas las etapas, por lo que buscando disminuir las emisiones y la huella de carbono, entregan sus productos en vehículo eléctrico y en días específicos de la semana.
Además de sus procesos láser que no generan residuos, en Wünn trabajan plata recuperada para sus joyas, labor de joyería en la solo usan plata recuperada, se funde y refina para quitarle cualquier tipo de contaminante y se fabrica la pieza a mano. Todo se fabrica en pocas cantidades. Es la filosofía de marca que pretende cambiar, aunque sea desde su aporte, la acción destructiva de la raza humana en el planeta.
La industria textil es la más contaminante después de la petrolera. Según la ONU, produce el 10 % de las emisiones de carbono en el mundo y el 20 % de las aguas residuales. El dióxido de carbono (CO2) es uno de los denominados gases de efecto invernadero, por lo tanto, un efecto de emisiones de CO2 alta provoca el calentamiento de la Tierra y haría la vida inviable.
Según Inexmoda, al año, se talan 70 millones de árboles para la industria de la celulosa (Tencel, acetato), 2 millones de toneladas de plástico provienen de la industria textil, 500 millones de dólares en valor se desechan cada año. Y la mitad de la producción fast fashion (moda rápida) es residuo en menos de un año, se quema o se desecha un camión de textiles cada segundo.
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Adicional a los daños ambientales, Paula Trujillo, magíster en Geopolítica, asegura que este tipo de industria se relaciona con la eficacia, la eficiencia y las series cortas de producción rápida y en ese juego se valida todo: mandar a producir a China o a Bangladés y hasta trabajar en un barco en condiciones inhumanas.
No obstante, la protección del planeta pasó de protestas, recomendaciones para cuidar el medio ambiente desde el universo individual y leyes, a la práctica. Y está visto que la sostenibilidad puede ser rentable, siempre y cuando haya cooperación por parte del productor y el consumidor.
Hay que apoyar al reciclador
Ekored, empresa que surgió en 2008 de la alianza estratégica de dos modelos económicos como la Cooperativa Especializada de Ahorro y Crédito, Cooperenka, y Enka de Colombia, fabricante y comercializadora resinas y fibras sintéticas, recibe por mes tres mil toneladas de PET (poliestilen Tereftalato) provenientes de todas las regiones de Colombia.
Juan Carlos Gutiérrez, su gerente, le dijo a Vivir en El Poblado que en Colombia se habla de que hay 60.000 recicladores, 4.400 bodegas y la industria que transforma el vidrio, el cartón, los plásticos, el PET y el tetra pak, “y eso es lo que hay que hacer en el país, no se debe llevar basura los rellenos sanitarios, la comunidad debe apoyar al reciclador”.
En Ekored se recolecta el PET que Enka convierte en hilos y distribuye a empresas textileras de Medellín, Colombia y el mundo.
Entre sus compradores se encuentra Daniel Yepes, cofundador, junto a Susana Vallejo, de Paréntesis, una marca concebida desde su nacimiento hace año y medio con conciencia ambiental.
En Paréntesis todas las materias primas provienen de reciclados, hay unas que son 100 % PET, otras que son 50 % algodón y 50 % Pet.
“Nos dimos cuenta de que para el usuario común había muchos mitos con respecto a la moda sostenible, que era algo muy costoso, muy pachamama para el hippie o que sería una prenda lejos de ajustarse a los gustos y necesidades del consumidor, entonces creamos una marca que fuera para el día a día, pero también para hacer otras actividades casuales”, explica Daniel y agrega que sus diseños son atemporales, básicos, porque la idea es que no sean moda sino prendas que perduren en el tiempo.
Ropa exterior, interior, calzado y todo tipo de accesorios hacen parte de la moda sostenible, universo en el que entran los trajes de baño y relacionados, en donde Maaji ha apostado ya con varias colecciones que demuestran que la creatividad, estética y confort pueden ir de la mano con el cuidado del medio ambiente.
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Carolina Restrepo, directora de innovación y sostenibilidad en Maaji, contó que en enero de este año lanzaron, junto a Claudia Bahamón, muy amiga de la marca, una colección elaborada con PET reciclado.
“Claudia siempre ha tenido esta iniciativa por los temas de sostenibilidad. La colección tiene los procesos de estampación más limpios, dado que se hace con sublimación, una técnica que utiliza muy poca agua”.
Gradualmente estos procesos de sostenibilidad se hacen más comunes, más rentables y más necesarios, Juan Carlos Gutiérrez, de Ekored, recomienda separar en casa, en una bolsa blanca, el material para el reciclador. Recuerda que los plásticos deben estar limpios, así se procesan, se venden al sector del plástico y con ello se cierra el ciclo de la botella.
Lo que falta es un uso responsable, “hay que volver a las personas ciudadanos circulares, que la ciudad sea circular, que todo sea circular y si eso se respeta la botella vuelve al círculo y el PET se puede reciclar infinitas veces”, finaliza el gerente de Ekored.