¡Booong!!! por los que desconocen que hay razones para protestar; por los que entorpecen los derechos a no protestar y a trabajar que tienen los demás; por el presidente y por los que le disparan fuego amigo.
Las multitudes me quitan el aire. En sentidos literal y figurado.
Con solo verlas por la tele se me entrecorta la respiración. (Procesión de Semana Santa, concierto de Juan Luis Guerra, final de la Champions, ¡uf!).
No pertenezco a colectivo, movimiento o bando alguno. (No ando en manada, ni por la más noble de las causas).
Pero tengo cacerola.
Es roja. Bueno…, lo era al comienzo de los tiempos, cuando la tortilla salía entera. Ahora ya no. Pero apachurrada y descolorida, funciona. Y retumba al contacto con la cuchara de palo, cual platillo de orquesta.
¡Booong!!!, suena rico la cacerolita.
Por los que desconocen que en Colombia hay razones para protestar, solo porque ellos no las tienen. (Lean la Constitución y dejen de satanizar el clamor popular).
Por los que alegan que quienes no le jalan al tumulto son indiferentes. Y que quienes no sufren necesidades –lo dijo en radio el actor Robinson Díaz– no sienten el país. (Juicio temerario).
Por los que magnifican las manifestaciones –la mayoría de los 47 millones de colombianos no se ha botado a las calles- y por los que las minimizan; la falta de equidad es real, no importa cuántos la reclamen.
Por los que malinterpretan el derecho a protestar en paz, entorpeciendo los derechos a no protestar y a trabajar que tienen los demás.
Por la izquierda y la derecha que pretenden imponer su visión del mundo. (Dios nos libre de la una y de la otra). Y por los odios que inoculan.
Por los que reclaman el respeto a la diferencia, pero hacen bullying en las redes al que piense diferente.
Por los políticos que pescan en el río revuelto de la incertidumbre –Petro, Barreras, la Cabal y hasta de la Calle, por ejemplo-, para obtener réditos personales.
Por los que señalan a Iván Duque como el origen de todos los males. (Más allá de lo coyuntural está lo estructural, historiadores de ocasión).
Por algunos cercanos del presidente –Fernando Londoño, por ejemplo-, que tiro por lapo le disparan ráfagas de fuego amigo. (Así, para qué enemigos).
Por el presidente que no ha tenido el suficiente carácter para sacudirse a tantos palos en la rueda que lo cercan y le doran la píldora de la realidad nacional. (¡Escuche y gobierne!).
Por los que confunden conversar, incluso negociar, con cogobernar.
Por los que justifican la muerte del joven Dilan Cruz, o la de los jóvenes policías antidisturbios. (La mezquindad se da aquí y allá).
Por los medios que se dejan imponer la agenda efímera de las redes. (Entender y hacer entender es su deber, señores directores).
Por los periodistas que con tal de ser primera tendencia, venden el alma al diablo y levantan ídolos con pies de barro. (La mujer conocida como Epa Colombia es una muestra).
Por los vándalos de Twitter –no menciono a ninguno porque me dan pánico ciertos patriotas-, que lanzan trinos como piedras y desestabilizan los espíritus.
Por…, se acabó el espacio antes que la cacerola.
ETCÉTERA: Y aprovecho: ¡Booong!!!, por las motos que hacen piques nocturnos en las transversales, por el carro de la basura que tapona la entrada del edificio, por el humo de los puchos que fuman en el vecindario; por las rumbas en el mall del lado; por las fotomultas que me tienen puesto el ojo… Y por los maldingos huevos, lobos feroces de mi cacerolita roja.