Un contrincante gris, a quien subestimaba, desacreditaba y matoneaba en la campaña, le arrebató el triunfo a Donald Trump.
¿Y Melania? Ahí va, con su neceser.
Si tuviera escote abultado, tatuajes en ciertas partes y un corte de pelo bien wow; si pudiera lucir pantalones cortiquitos y uñas larguísimas; y, lo más importante, si compusiera y cantara reguetón, y mi nombre artístico fuera, por ejemplo, A & M (pronunciado en inglés), haría estallar las redes con el videoclip de: “Ahí va Melania con su neceser”. Fijo.
Pero…, sueñe mijita. Me sobra edad y me faltan ganas, valor y otras cosillas, para tales menesteres. Los dejo a otros. Artistas urbanos: lo único cierto hoy día, allá arriba, es el neceser de Melania. A pesar de que el señor que tiene nombre de pato y baila como pato, pero no es pato, pretenda quedarse en la Casa Blanca, de puro pato.
(Mis disculpas a sus partidarios, en asuntos de gustos…)
No sólo porque su carnal Giuliani y un puñado de copartidarios resultaron más rabiosos que él, o por su costumbre de mirarse el ombligo, o por el puchero altanero que lo caracteriza; o por la plata que le ha costado mantener el copetón, quieto en base, sobre la calva; o por su habilidad para pensar con las yemas de los dedos cuando tuitea, sino porque está en pleno berrinche.
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Un contrincante gris, a quien subestimaba, desacreditaba y matoneaba en la campaña, le arrebató el triunfo que creía asegurado. A él, La Torre Trump en persona, que tanto ha despreciado a los perdedores, los gordos, los feos, los pobres. ¡No puede ser! El burro de los demócratas dando coces al elefante de los republicanos, con el mundo entero ocupando las graderías, es mucho más de lo que un ego descomunal puede soportar.
Por eso, por ególatra, no respetaba las reglas en los debates, trató de sabotear el voto por correo, se proclamó ganador cuando el conteo apenas comenzaba, impugnó el escrutinio al ver que la balanza le daba la espalda. Por eso se aferra al poder que, en los últimos cuatro años, le ha permitido jugar con la estabilidad del planeta.
Puede que sea caprichoso, megalómano y arbitrario, pero mal perdedor…
Por eso, porque es así, mandó a construir un muro en la frontera con Mexico, separó a las familias inmigrantes, ignora a las minorías, ridiculiza la pandemia, retiró a su país de la OMS, lo alejó de la Unión Europea, declaró la guerra comercial a China, alega que el calentamiento global no existe, ha sabido evadir impuestos y silenciar -¿con dinero?, vaya usted a saber- múltiples acusaciones de abuso sexual.
Y porque es así, no puede disimular que su calidad humana es inversamente proporcional a la traga maluca que siente por sí mismo, ni que su matrimonio es un reality en vías de extinción, ni que Melania es un florero, impecable y distante, en la tarima.
¿Hasta cuándo? Hasta que empaque el encrespador de pestañas, se trepe en los tacones aguja, agarre el neceser y, como Nanny McPhee -sin una sola verruga-, emprenda el vuelo. (Jaulas, ni de oro).
Ahí es cuando toca grabar el videoclip que les digo, muchachos. ¡Pilas!
ETCÉTERA: Mi alegría no es tanto porque haya ganado Joseph Biden: buena gente, conciliador, con experiencia. Es porque perdió El Pato. Y porque por primera vez una mujer, Kamala Harris -ella sí brillante-, haya llegado a la vicepresidencia. Por sus obras los conoceremos, a partir del 20 de enero. Mientras, todo pronóstico es mera especulación.
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