Estamos asistiendo muchos, con horror, a un cambio de era en la geopolítica. El kit básico de conceptos, que antes nos servía para más o menos comprender el mundo, se está quedando obsoleto.
Es muy impactante que el presidente de Estados Unidos, país que normalmente hemos ubicado entre los “buenos” del mundo, exhiba con orgullo comportamientos, a veces, de niño malcriado, a veces, de padrino pandillero y otras veces, de conductor áspero, de un reality show mediocre (que, de hecho, lo era).
Impacta también ver que -al menos hasta ahora- la mitad de su país lo aplaude, felicita y adula por hacer y decir cosas que, si vinieran de cualquier otro, (un líder normal, menos teatral) jamás aceptarían.
Es idolatrado porque fue capaz de definirlos con precisión y contundencia, con esa combinación tan suya de medias verdades, histrionismo y veneno, que los culpables de todos sus problemas en la vida son los demócratas, los inmigrantes, los woke, etc. Y que ya vamos tras ellos, a castigarlos o expulsarlos. Y que así recuperaremos la grandeza que “ellos” nos hicieron perder…
Sus seguidores más MAGA (Make America Great Again, que del español al inglés traduce “hagamos a América grande, de nuevo”) están preparados para aceptar todo lo que emana de él. Consideran que ese estilo errático, amenazante, agresivo, tan suyo de gobernar, es una inteligentísima posición negociadora. Que insultar, humillar y confundir al adversario (o al antiguo aliado, es igual) es el camino para someterlo y doblegarlo.
El enfoque trumpiano, en su mundo simple y binario, es que los problemas de su país -y los del mundo en general- se resuelven con un hacha. Y con ella hay que talar todo lo que no sea de su agrado. No hay tiempo ni espacio para sutilezas. Ni para considerar los efectos secundarios o terciarios de sus actos, que, luego, se vendrán en su contra.
Es válido este enfoque, solo que la mayoría de los problemas económicos, sociales y geopolíticos son enormemente más complejos y profundos, requieren de un manejo más enfocado y experto. Un manejo más basado en principios y en conocimiento que en transacciones y ansias de venganza. Hay “soluciones” que solo empeoran las cosas.
Más bisturí, menos hacha. ¿Qué sentirán hoy los miles de votantes MAGA que han sido despedidos de manera burda y fulminante de cientos de entidades gubernamentales?
¿Se irán en su contra cuando su acceso a medicina barata (Medicaid) se vea reducido drásticamente? ¿O cuándo debido a su brusca y primaria política arancelaria, la inflación sea mayor que con Biden y las bolsas caigan?
¿O cuándo Putin, agradecido con Estados Unidos, se declare victorioso en su criminal invasión a Ucrania? ¿O cuándo China, finalmente, se decida a atacar a Taiwan? ¿Se rebelarán las empresas por no encontrar mano de obra, ni siquiera de inmigrantes ni de nativos? ¿O los colegios y universidades por los recortes con hacha a todo nivel? ¿O cuándo haya más desastres y menos seguridad aérea por el insensato recorte de personal en las instituciones de monitoreo del clima y regulación aeronáutica?
¿O cuándo numerosos países dejen de confiar en Estados Unidos por su evidente bajo interés en respetar acuerdos comerciales o militares? En breve, lo sabremos. Por ahora, sigamos escondiendo el bisturí.