El compromiso de la Alcaldía de revertir la racha de homicidios con que terminó 2018 y su plan bandera de seguridad para Medellín, tambalean. Analistas señalan problemas de enfoque.
Cerró 2018 con un panorama de miedo y dolor en Medellín por los homicidios y con el compromiso de las autoridades de reducir las muertes violentas en el nuevo año, por demás, programa bandera de Federico Gutiérrez. Pero las estadísticas se rompieron.
Medellín sufrió 625 asesinatos en 2018; en diciembre hubo 51 casos y lo que va de enero (miércoles 23 a la 1 a.m.) reporta 42. Y no se debería hablar de una eventual reducción. Comparar las estadísticas de homicidios deshumaniza y trivializa el fenómeno. La vida es sagrada y no admite paralelos. Hay que decirlo así: desde el primero de diciembre en la ciudad se han perdido 93 vidas. O 667 en los últimos trece meses.
En 23 días de 2019 van 42 homicidios. Hay que ampliar el concepto de “nosotros”, anota Lukas Jaramillo: “No es un fenómeno de Villa Hermosa, San Javier, Belén o San Cristóbal, hay que ver la ciudad como un todo”.
Para la Alcaldía los asesinatos tienen como raíz principal la confrontación entre grupos delincuenciales. Hay identificados 84 en la ciudad y la captura o la muerte de sus cabecillas derivan en más homicidios, además ordenados desde las cárceles, asegura el alcalde. Esta disputa pone el 70% de las muertes. Villa Hermosa y San Javier son las más golpeadas.
¿Entonces estamos sometidos al círculo captura-asesinato, vicio que no tendría fin ante la prolífica renovación de estructuras criminales alentadas por el narcotráfico y la extorsión?
Lukas Jaramillo, del centro de estudios Casa de las Estrategias, identifica otras explicaciones: “La Alcaldía tiene vocación por la captura y descuidó otros frentes de intervención. Los cabecillas delinquen desde la cárcel y en las calles hay sobreoferta de jóvenes para los grupos criminales. La Alcaldía debe perseguir a los criminales y fortalecer la Justicia, pero sin desechar la intervención integral de los barrios. No hay presencia institucional suficiente, con oportunidades sociales para la comunidad. Por eso el crimen organizado se reestructura”.
“La Alcaldía debe revisar su enfoque: si solo ofrece confrontación, habrá más muertos”, analiza Lina Zuluaga, investigadora del Observatorio de Seguridad Humana. “Las estructuras armadas ilegales cada vez ganan más espacio en los barrios en el manejo de la justicia, la economía y la seguridad. Por la ausencia de la institucionalidad, o por su lentitud, la gente termina acudiendo, pagando, temiendo y legitimando a las estructuras ilegales. El enfoque no solo debe ser el de la fuerza, el Plan integral de seguridad y convivencia relegó puntos clave como el de la prevención”, añade.
En 23 días de 2019 van 42 homicidios: reto de once meses para el equipo de Federico Gutiérrez. Y reto de ciudad.
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