Vida de canción

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Matilde Díaz, la mujer colombiana, que no mexicana, que se iba de gira a cantar con una orquesta, cuando el canon mandaba todo lo contrario.

 

Dice la versión contada a voces que para evitar problemas inventó –o le inventaron– que era mexicana. Pero en realidad era colombiana, colombianísima, aunque no caribeña: Matilde Díaz –cuyo retrato acompaña estas líneas– nació en Cundinamarca, se crió en el Tolima, y solo mucho después se unió a la orquesta de Lucho Bermúdez que tocaba porros, cumbias y toda la música bailable, caliente y sabrosa del Caribe. Que era mexicana surgió para que rebotaran las críticas que generaba su vida a contracorriente, o a contrarritmo, para usar una metáfora que le cuadra mejor a la historia de una mujer que se iba de gira a cantar con una orquesta, cuando el canon mandaba todo lo contrario.

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Matilde Díaz fue una mujer emancipada y su vida parece un argumento de canción. Primero fue actriz de radio y locutora. Después fue la dupla de Lucho Bermúdez –con quien se casó y estuvieron juntos 18 años– y se convirtió en un ídolo que puso a bailar a media América Latina con canciones que todavía podemos tararear. Incluso cuando se retiró del espectáculo, en 1964, y se divorció de Bermúdez, volvió a caminar hacia el otro lado: se casó con Alberto Lleras Puga, hijo de expresidente, y varios años menor que ella. Asunto que desde luego causó que, una vez más, las señoras colombianas la señalaran con el dedo. Pero a ella no le importó: al fin y al cabo era mexicana.

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