El sueño de Juan Esteban Arango, de Mariposas Metamorfosis, es que estos insectos vuelvan a Medellín.
Mariposa vagarosa decía una poesía de Rafael Pombo. “Yo, de flores / Y de olores, / Y de espumas de la fuente, / Y del sol resplandeciente / Que me viste de colores”. Bien podría haber sabido Pombo la relevancia de estos insectos para el ecosistema.
La presencia de estas pequeñas aladas es un importante indicador ambiental, pues dan cuenta de la diversidad en flora. Juan Esteban Arango, fundador de Mariposas Metamorfosis explica que la llegada de una mariposa a un espacio genera siempre efectos positivos para el medio ambiente, “con ellas aparecen insectos y aves”.
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Arango sueña con que Medellín sea una ciudad mariposario. De hecho, su empresa ha aportado en el diseño paisajístico de algunos corredores verdes, de Parques del Río y del Parque La Presidenta, en El Poblado. “Al sembrar las plantas, las mariposas aparecen por sí solas en menos de una semana”, explica. La presencia de estos lepidópteros es en efecto, un gran bioindicador, pues están donde hay mayor aporte de flora.
147 especies de mariposas existen en el Valle de Aburrá, según el Área Metropolitana.
La importancia de las mariposas (y de las abejas) para el funcionamiento de la vida es esencial: transportan el polen de las flores a diversas plantas con lo cual ayudan a la polinización.
Mariposas en Medellín
Desde lo público y lo privado, Arango se ha enfocado en que las mariposas regresen a Medellín. Lleva 20 años trabajando con estos insectos. En un mariposario cría 30 especies diferentes y aunque sigue haciéndolo con empeño, hoy su labor se ha centrado más en flora y en la pedagogía.
“Para tener un jardín de mariposas, solo se debe contar con las plantas adecuadas”, dice. Y la indicación, entonces, es sembrar plantas nativas. Arango explica que cada especie de mariposa poliniza una planta específica y vive en otra. Por eso hay que saber qué sembrar para saber qué insecto atraer.
Una vez entendido esto, llega un proceso educativo. “Las mariposas son pequeñas explosiones de vida de las que el ser humano depende más de lo que se imagina”. Para Juan Esteban, ver su ciclo de vida cambia la forma en la que se entiende la naturaleza: “que un niño vea que una mariposa viene de un gusano, que vea toda la transformación de cerca, ayuda a que tenga respeto por el medio ambiente”. Además, como bioindicadores, estas pequeñas aladas ayudan a entender las relaciones que existen entre todo aquello que nos rodea.
Al final, mientras más plantas se siembren, mejor será el ecosistema urbano. “No hay espera, hacer pequeñas acciones siempre trae buenas consecuencias y mejor si eso es llevar nuestros jardines a un nivel superior”, concluye Juan Esteban.