/ Esteban Carlos Mejía
El doctor Tiberio Álvarez tiene un mostacho a lo Friedrich Nietzche, pero canoso y sin puntas. No aparenta los años que ha vivido. Cuando habla, la cara se le alegra con inconfundible picardía. Tiene una memoria de prodigio, extraordinaria, vertiginosa, de una frase de Voltaire a etimologías confusas, del recuerdo de su primer resucitado en Abriaquí a una explicación científica sobre la fase terminal de algunas enfermedades. El tiempo le alcanza para todo, literalmente: leer, escribir, coleccionar antiguos proyectores de cine, hacer magia de salón, caminar, dictar clase, atender pacientes, jugar con sus nietos, aprender más y más sobre Charles Chaplin y Charlot, su criatura más emblemática. Ríe y hace reír, con un sentido del humor buenísimo, saltarín, inagotable. Es una cajita de música.
Fue el protagonista en el más reciente conversatorio de Vivir en El Poblado y el centro comercial Santafé, El mago que alivia el dolor. Con su bonhomía, el doctor Tiberio -anestesiólogo, reanimatólogo, dolorólogo y paliatólogo- nos guió por los vericuetos de la lucha contra el sufrimiento y nos aproximó sin eufemismos ni moralinas a los terribles misterios de la muerte.
¿Cómo sintetizar una charla tan polifacética, ingeniosa y erudita? Complicadísimo. Había más de 300 personas y, estoy seguro, cada una vibró con esta cátedra de humanismo y de sensibilidad. Habló largo y tendido sobre el dolor. Compartió muchos de los aprendizajes de su larguísima experiencia con el dolor. Sabe que la muerte es y seguirá siendo un enigma impenetrable, al que se aproxima con honestidad y modestia. “¿Qué te hace falta para morir?”, les pregunta, a veces, a ciertos pacientes, y les hace ver, si han vivido a cabalidad y con plenitud, que su tránsito por la existencia ha sido fructífero, irreversible, completo. “Ya es hora”, les dice con afecto y trata de infundirles serenidad. Cuando muere alguien al que ha ayudado a bien morir, el doctor Tiberio agacha la cabeza y destina varios minutos a la reflexión: “¿qué hice bien?, ¿qué hice mal?, ¿qué debo corregir?, ¿qué aprendí?”. El dolor y la muerte son infatigables, y él es consciente de esta circunstancia. Quizás por eso no se rinde y persiste en ayudar a los demás.
Se declara lector devoto de Álvaro Mutis. Declama uno de sus poemas y cuenta que, atraído por la ilusión y el engaño de muchos magos, desde hace años usa la magia como paliativo. Coge una baraja, juega con las cartas, nos engatusa y, al final, sonsaca risas y aplausos. Pone 4 monedas sobre un tapete rojo y, delante de todos, las desaparece en un santiamén, sin que nadie entienda cómo, mucho menos yo, a pocos centímetros del tinglado. No es el doctor Tiberio, es el mago Maqroll, su homenaje al mítico personaje de Mutis. “Yo no soy Maqroll, el gaviero, el que va en la gavia, el palo más alto de las naves”, dice, travieso. “Yo soy Maqroll, el magiero”.
Entre sus libros figuran Historia de la fotografía médica en Antioquia y La historia de la medicina antioqueña. Hace años, junto con otros colegas, publicó un Manual básico de anestesia y reanimación, en el que estudiaron cientos de médicos. “De ser los teloneros de los cirujanos, los anestesiólogos pasaron a ser los directores de orquesta de las cirugías”, dice, no sin orgullo.
Y así, palabra a palabra, el doctor Tiberio Álvarez nos embelesó con su simpatía, inteligencia y habilidad. ¡Salud y larga vida!
*** El próximo jueves 1° de agosto trataremos un tema crucial: Depresión y ansiedad, cómo afrontarlas y vencerlas, con el doctor Carlos López, psiquiatra, máster en terapia de conducta, doctor en bioética y jefe del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia. En los conversatorios de Santafé se vive y se aprende. Allá nos vemos.
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