Es uno de los autores más destacados en España. Ha escrito ensayos, novelas y poesía. Ha recibido más de diez galardones y sus textos han sido traducidos a varios idiomas. Dejó Madrid un rato para conversar con sus lectores y presentar “Los besos”, en el Hay Festival Medellín que concluyó
Hablar con él es mirar de nuevo elementos que están ahí y que a veces se vuelven invisibles por el peso de la costumbre: el sol, la naturaleza, las miradas ajenas. A través de la conversación es posible notar el interés por las emociones y la sensibilidad que tiene hacia lo existente. Aunque trate temas como la injusticia, la sociedad de consumo o el exceso de trabajo, es uno de esos escritores que conserva el entusiasmo por temas como el amor o el sentido de la vida. Esto último puede verse en “Los besos”, una novela donde cuenta la historia de Salvador y Monserrate (o Altisidora como en “El Quijote”), un par de personas que se enamoran y se mueven entre la ilusión y los recuerdos del pasado.
Además de hablar del amor y reir cuando piensa en otros que pueden considerarse cursi, cuenta que para escribir se necesita un elemento fundamental: el sol. Mientras escribe, generalmente en su apartamento de Madrid, lo busca. Y por eso se va moviendo por las habitaciones, o por los lugares a donde llega. Como en Medellín.
¿Por qué aceptó la invitación del Hay Festival de venir a Medellín?
En primer lugar, me encanta Colombia. En segundo lugar, respeto todas las medidas de cuidado: tengo mi mascarilla, las tres vacunas, y entiendo que ya se dan las condiciones suficientes para viajar. No se puede renunciar a vivir, y respeto que cada uno haya vivido todo esto con sus sensibilidades. Hago caso de todas las indicaciones de las autoridades sanitarias, y sigo viviendo. Y para mí, vivir, son los otros, los demás. Y para los lectores (encontrarnos) es muy importante. Yo he estado viajando mucho por Europa durante la pandemia. He ido a todos los lugares donde se han traducido mis novelas. Debemos aprender a convivir con esto y seguir con la vida normal porque si no va a haber mucha angustia.
Usted escribe poesía y también ficción. ¿Con cuál género se siente más cómodo?
Siempre digo que tengo la doble nacionalidad: soy poeta y narrador; yo lo llevo bien, en ambos géneros. La novela es popular, y tiene miles de lectores, y la poesía es minoritaria. Finalmente acabo más dedicado a la novela porque me gusta la gente. Y creo en la gente porque creo en la vida; soy un gran vitalista, y en las novelas hay lectores.
Los últimos libros suyos ( su novela“Ordesa” es un ejemplo) han sido traducidos a varios idiomas, tienen buenos números de ventas, e incluso generan conversaciones tiempo después de publicados. ¿Tiene alguna idea de cuál ha sido la clave del éxito de esa respuesta? ¿Tal vez saber reflejar lo humano que somos y tenemos?
Creo que en eso, el 50 por ciento es el escritor, y el otro 50 por ciento es el lector. El escritor no es muy importante en esto: hace su trabajo, y lo relevante es cuando un lector lee un libro y ve ahí algo que le sirve para entender su propia vida, comprender quién es, ensanchar su experiencia de la vida; ese es el fundamento de la literatura. Da igual si el libro lo escribí yo. Podemos quitar los nombres de los autores de los libros, la historia se mantiene; eso tal vez pase en el futuro. Lo importante es cuando alguien lee una historia como “Don Quijote de La Mancha” o “Cien años de soledad” y siente que va a vivir más, ahí está el sentido.
¿Cómo llegó al camino de la escritura?
Yo escribo porque estoy enamorado de la vida; la vida me parece un don. Parezco un cursi (se ríe).Ver que hay árboles, que allá está el sol, que estamos aquí, todo este prodigio me produce conmoción. Cuando mis padres murieron escribí una novela que se llama Ordesa donde les daba las gracias por habernos traído a este mundo. Creo que debemos vivir entusiasmados por la vida. Mi literatura nace de eso; me pongo a escribir porque siento: ¡qué maravilloso es este mundo!” Y me inunda tanto el corazón que no se quedarme quieto y como lo único que se hacer medianamente razonable es escribir, escribo para decir que la vida es maravillosa. Ojalá tuviera el don de la música: escribiría, cantaría. Soy un melómano; me gusta toda la música. Veo que el arte, en gran medida, es un agradecimiento, una celebración por estar vivos.
¿Con estas ideas, cómo se siente al moverse, a veces, en círculos intelectuales donde se mira con sospecha, se pone en duda o se crítica con frecuencia?
Se puede criticar la vida. De hecho en mis libros critico la injusticia, las sociedades, siempre salvando el bien mayor que es la vida.
¿Cuál fue el mensaje central de su charla en el Hay Festival; una charla a partir de “Los besos”, su último libro?
El amor es la experiencia más importante en la vida de un hombre o una mujer. Si estás enamorado, es importante cuidar ese amor, aliméntalo, trabájalo. Y si no, corre a enamorarte ( se ríe). Una persona que está enamorada de verdad, ha resuelto el 95 por ciento de su vida. El 5 por ciento que le queda es encontrar un trabajo que le permita vivir y encontrar una casa para no mojarse cuando llueva. Yo creo que esto que digo lo sabe cada ser humano. La función de la literatura es recordar lo que ya sabes y que tu olvidas porque vivimos en una sociedad con muchos mensajes que hablan del éxito o la adoración del trabajo. A veces olvidamos este sentimiento. Esta novela lo que hace es recordar algo que tu ya sabes.
¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?
Durante el confinamiento más severo del 2020 vi que el mundo se convertía en algo gris, que había angustia y volví a ver la película “Casablanca”· Ahí hay un momento donde entra el ejército nazi a Paris e Ingrid Bergman escucha esa entrada desde el balcón del apartamento que comparte con Humphrey Bogart y le dice: “el mundo se está desmoronando, y tu, y yo nos hemos enamorado. Ahí dije: si cambias la guerra por el virus, el mensaje sigue siendo: ante una catástrofe, ¿dónde encuentra el ser humano un sentimiento de plenitud con la vida? en el amor. Entonces empecé a escribir esta historia. La lectura de la novela “Las olas” de Virginia Woolf me sugirió la estructura de esta novela.
Respecto al amor. ¿Cree que ahora, a raíz de la pandemia, ha cambiado de alguna forma?
Los besos estaban prohibidos y ahí pensé en el título de la novela. Si prohibes los besos, casi que estás prohibiendo la vida. Yo creo que la gente ahora tiene más miedo y desconfía de la vida. Para enamorarse hay que tener una confianza en la vida. Si tienes miedo, no te enamoras. Una persona angustiada no va a pensar en el amor. Para enamorarse hay que tener ilusión. Los seres humanos tenemos la misión de ser generosos con nosotros mismos y ser generosos es intentar ilusionarte siempre, te vaya como te vaya. Kafka decía que la alegría es una obligación.
¿El amor se busca o llega?
MV: Hay que estar en stand bye (en calma y a la espera) . Si uno está receptivo, el azar es importante. Existe también algo maravilloso: el amor a primera vista. El otro día me hablaron de una razón antropológica: el homo sapiens, en sus orígenes, construía tribus de 40 integrantes. Los descendientes de esas tribus, cuando se encuentran, sienten un flechazo, una bioquímica.
¿Está trabajando en un libro nuevo, ahora?
Yo vengo de la clase media baja, trabajadora. Yo vi a mi padre trabajar siempre y para mi trabajar es importante. Mi trabajo es escribir. No soy mesero, no hago carreteras. Por eso, trabajo ahora en otra novela, una novela de amor.