Preocupado por su artículo del viernes 23 de octubre sobre la muerte de ciclistas, me he atrevido a enviarles estas líneas. Muchos conductores saben conducir, pero no conocen las normas del tránsito, y, por esta razón, las violan constantemente, con resultados lamentables.
El propósito de la municipalidad para disminuir la contaminación y disfrutar de mejor salud es el de que los ciudadanos, en lo posible, hagamos uso de la bicicleta, para trasladarnos al sitio de trabajo o a la entidad docente.
Sólo se requiere educación y respeto por el derecho ajeno, y las licencias de conducción deben entregarse a personas idóneas.
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Los exámenes sicotécnicos que se realizan frente a varias pantallas, que simulan situaciones reales, deben complementarse con una salida a las vías por parte del interesado, acompañado de un técnico supervisor de tránsito, solo para “observar”, sin decir palabra alguna y tomar nota de su desempeño.
Parte del curso debe ser un cuestionario sobre el conocimiento de las señales de tránsito. El inspector, al final del recorrido, le debe enseñar al interesado la lista de las faltas cometidas que debe corregir. Si pasa todas las pruebas en la vía, obtiene su licencia. De lo contrario, debe repetir el curso.
Finalmente, el ciclista debe tener claro el concepto de que el peatón tiene la vía.
Adolfo Ayazo Biga