El COVID-19 llegó al mundo y no tuvo contemplaciones ni diferencias entre ricos y pobres, diferencias étnicas, culturales, sociales, políticas o económicas. Cambió todas las dinámicas familiares, personales, educativas y de relacionamiento.
Pero no sucede lo mismo con las vacunas.
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Luego de millones de contagiados y de fallecidos, llegó la esperanza de regresar a la normalidad. Los anuncios de finales de año prendieron una luz al final del túnel. No solo una, sino un número considerable de opciones dieron la ilusión de reactivar la economía y la vida colectiva.
Sin embargo, hoy estamos ante un panorama bastante desigual y preocupante. Los países más ricos del mundo concentran el 16 % de la población, y el 60 % de las dosis de vacunas contra el coronavirus. Canadá, por ejemplo, compró cinco veces más dosis que su población.
Esto implica que no toda la humanidad podrá acceder a la inmunidad. Y los países pobres, ante todo, tal vez no alcanzarán a proteger a la población mayor y con prexistencias, lo que significa un gran riesgo de salud pública del mundo. Tal como lo advirtió recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS) al anunciar un catastrófico fracaso moral para la humanidad, ante esta situación.
En Colombia han sido muchos los cuestionamientos sobre el proceso de adquisición. Ahora que inició la vacunación en el país, se requiere hacer pedagogía, seguimiento a la jornada de vacunación y a la distribución de las dosis, en las diferentes ciudades.
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Los mitos creados alrededor de la vacuna requieren ser desmontados con educación e información precisa, para que las personas más vulnerables accedan a la inmunidad, con la tranquilidad de que nada extraño les sucederá.
El Gobierno Nacional, según anunció, adquirió con el convenio Covax vacunas para 10 millones de colombianos, que recibirán dos dosis. Y por mecanismos bilaterales, 41.5 millones de dosis para 25.250.000 personas. El ministro de la Salud y Protección Social, Luis Fernando Ruíz Gómez, afirma que se cuenta con 61.5 millones de dosis para 35.250.000 personas, con una inversión total de dos billones de pesos en vacunas.
Sin embargo, para que la población acceda a la inmunidad, es importante que la ciudadanía tenga claro el momento que le corresponde, y que se entere de los lugares y las instituciones a las que puede acudir. La vacunación es la esperanza para retornar a la normalidad, reactivar la economía y volver a abrazarnos, pero ante todo es importante que sea aplicada a quienes más lo necesitan en las primeras etapas, de manera que sea posible controlar el contagio, y salir de la deshonrosa lista de los 11 primeros países del mundo con el mayor número de fallecidos.
Solo con un estricto cronograma que garantice las distintas etapas se alcanzará el éxito de la jornada de vacunación en las principales ciudades, donde se presenta el mayor número de casos de Covid-19 y el mayor número de fallecidos.
En Medellín, y en las grandes ciudades, la capacidad instalada en las IPS, EPS y el equipo humano dispuesto, y trabajando de manera conjunta, con el solo propósito de pasar la página COVID-19, debe ser suficiente y con la capacitación requerida, para que al final de 2021 todos estemos vacunados.
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La vacunación es la esperanza de recuperación de país y de ciudad. Sin embargo, no debemos olvidar que las medidas de bioseguridad continuarán. Proteger a quienes están a nuestro alrededor sigue siendo nuestra responsabilidad. Ante todo, que la vacunación no se convierta en un privilegio para unos cuantos.
Este año, el gran propósito de país, de ciudad y de cada persona es: Yo me vacuno.
Por: Luis Bernardo Vélez Montoya
Concejal de Medellín