Tener o no tener (hijos): esa es la cuestión

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Por ahora la decisión como familia es no tener más hijos. Y hay quienes deciden lo mismo,  es su aporte al cuidado del planeta, que está muy bien, pero no adoptan prácticas de consumo y desecho responsable.

La tenencia de hijos es un asunto polémico por la crisis climática y por el impacto que genera cada persona que llega a este mundo. Aunque hay quienes no se cuestionan si tienen hijos o no, se puede identificar a otras que, incluso, tienen conflictos morales en este sentido y hasta se operan para evitar tener descendencia.

María Claudia Mejía Gil
Por: María Claudia Mejía Gil / [email protected]

Algo que era tan natural hace unos pocos años y considerado hasta un deber para las familias recién conformadas, ahora se pone en duda y en algunos casos se evita a toda costa.

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Y es que independiente de las razones por las cuales las familias han dejado de tener hijos, la tasa de natalidad se ha visto disminuida en los últimos 70 años: para 1950 una mujer tenía en promedio 4,7 hijos; para 2017 se redujo a 2,4.

Sin embargo, esta tasa de natalidad actual esconde una gran diferencia por países: mientras en unos la tasa es 7,2 en promedio, en Macao, China, una de las regiones más ricas del mundo, es de 1,1 hijos por mujer. Las tasas más altas de natalidad se encuentran en países que tienen una problemática económica alta. Las más bajas se concentran en Singapur, Letonia, Corea del Sur, Hungría, Portugal, Malta o Alemania, que se caracterizan por tener economías más estables.

Esto demuestra que la balanza de natalidad se sigue inclinando hacia los países más pobres, en los cuales se cuenta con menos infraestructura para la salud, de educación sexual, manejo de anticonceptivos, entre otras variables.

Países ricos, países pobres

No es solo el aumento de la población lo que ha generado la crisis climática actual: son también las diferencias en los niveles de consumo de los países ricos y pobres. En Colombia, la tasa de natalidad también ha disminuido en gran medida: mientras para 1960, el promedio era de 6,8 hijos, para 2016, la cifra cae a 1,8.

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Esa caída tiene preocupados a gobernantes, economistas y ciudadanos. Incluso hay países que están motivando la natalidad con incentivos económicos por nacimiento o privilegios para familias con hijos. Esta situación puede tener implicaciones negativas en el crecimiento del PIB de las economías, en el sistema de seguridad social y pérdida de poder de las culturas.

Por otro lado, trae beneficios al considerarse que menos personas pueden tener una calidad de vida mejor: más acceso a educación o a servicios públicos. Esta última mirada también puede aplicarse a la crisis climática: menos personas traerán menos problemas ambientales.

Ni lo uno ni lo otro

He tenido el cuestionamiento moral de si tener un segundo hijo. Por el momento la decisión que hemos tomado como familia es no tener más. Muchos de mis amigos no desean tener hijos y creo que está muy bien. Sin embargo, he percibido que hay quienes deciden no tener hijos y afirman que ese es su aporte al cuidado del planeta, pero no adoptan prácticas de consumo y desecho responsable. En este caso creo que la decisión de no tener hijos estuvo atravesada por otras cuestiones.

Por otro lado, también veo familias que no tienen el cuestionamiento moral del cuidado ambiental al momento de elegir cuántos hijos tener, ni tampoco tienen prácticas de cuidado ni les enseñan a sus hijos a tenerlas. Entonces, ni lo uno ni lo otro: invito a las parejas que no quieren tener hijos a cuidar el planeta no solo en este sentido; e invito a las familias que desean y están teniendo dos, tres y hasta más hijos, a enseñarles a ser conscientes de su papel en el planeta y, sobre todo, del planeta que van a recibir de las generaciones actuales.

 

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