La regeneración: un nuevo reto de sostenibilidad para la construcción en Colombia

Hace un par de semanas visité un país que me impactó por su cultura, filosofía de vida, modelo de liderazgo y su postura frente al desarrollo urbanístico y la sostenibilidad. Tuve la fortuna de vivir una experiencia más que turística, inspiradora para mi profesión, y que hoy me lleva a reflexionar sobre los grandes retos que enfrentamos como sector: desarrollar procesos centrados en el ser, que nos permitan no solo compensar nuestro impacto, sino lograr revertirlo.

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Copenhague siempre ha sido para mí un referente en diseño y arquitectura. Sus grandes representantes, que integran la forma y la función en estas disciplinas, fueron inspiración para muchos proyectos que realicé durante mi pregrado en Ingeniería de Diseño de Producto y mi especialización en Proyectos de Arquitectura Interior. Sin embargo, al llegar a esta ciudad, me encontré con un enfoque muy diferente, que hace que Dinamarca sea reconocida como uno de los países más felices del mundo y líder en regeneración.

La regeneración no es solo un discurso nuevo. Es una forma de hacer ciudad que se viene desarrollando desde los años 70, y que conecta la sostenibilidad ambiental con el bienestar social y económico, desde sistemas circulares que promueven la restauración de ecosistemas y la integración con la naturaleza.

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Me encontré con proyectos como Copenhill, una planta de transformación de residuos en energía, construida en pleno corazón de la ciudad que integra espacios públicos con pistas de esquí y senderos verdes; Urban Rigger, viviendas flotantes que aprovechan contenedores reciclados para generar viviendas accesibles; Torpedo Hall, un taller militar convertido en apartamentos de lujo, y Paper Island o Kanonbådehusene, donde espacios industriales abandonados, hoy son centros de vida cultural y creativa.

Estas experiencias me llevaron a preguntarme cómo podemos incorporar la regeneración en el sector constructor colombiano.

¿Cómo podemos inspirarnos para transformar nuestros modelos de negocio y urbanismo y pasar de un enfoque lineal a uno regenerativo, que devuelva más de lo que tomamos del entorno y las comunidades?

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Hoy comparto cinco prácticas que pueden ayudarnos a empezar a integrar la regeneración desde la estructuración de los proyectos —y que incluso podemos aplicar en proyectos ya en preventa o en construcción—, para que nuestros desarrollos generen un impacto positivo en la vida de las personas y el entorno:

  1. Reutilizar antes de demoler: el diseño tiene la capacidad de crear sobre lo existente, aprovechar las estructuras, edificaciones, geometrías y condiciones de los lotes en lugar de buscar convertir la topografía en una meseta removiendo grandes cantidades de tierra, demoler las estructuras existentes y reconstruir. Esto reduce la generación de residuos de construcción y demolición que no pueden volver a integrarse a la cadena de la construcción y preserva la memoria urbana.
  1. Diseñar espacios para la comunidad y la biodiversidad: incorporar en techos áreas verdes, corredores ecológicos, elegir plantas y paisajismo que reincorporen la fauna y la flora nativa de los lugares donde se desarrollan los proyectos y generar espacios para integrar a las comunidades vecinas desde la etapa de diseño. Pensar en las diferentes formas de habitabilidad y comunicación, entendiendo los cambios demográficos, para que los espacios no se vuelvan solo para ser habitados en silos —estructura de almacenamiento diseñada para conservar y proteger granos— sino conectar con el entorno y la sociedad.
  1. Pensar en el ciclo de vida de los materiales: aplicar principios de economía circular: utilizar materiales de bajo impacto ambiental desde su producción, materiales reciclados y sistemas modulares, considerando desde el inicio cómo se transformarán al final de su vida útil. En temas de materiales, vale la pena considerar el uso de recursos disponibles en el lote o en la zona donde se desarrolla el proyecto para minimizar la huella de carbono y construir de forma que se genere un equilibrio ambiental.
  1. Renovación urbana transformacional: transformar las zonas habilitadas para renovación urbana, como antiguas zonas industriales, en espacios vivos llenos de conexiones naturales y culturales, dándoles un nuevo propósito que genere valor económico y social. Ejemplos como el MAMM en Ciudad del Río o el Perpetuo Socorro, e incluso la reciente renovación social que está dándose paso en Barrio Antioquia empiezan a mostrarnos cómo puede hacerse esto en otros sectores de la ciudad e incluso del país.
  1. Integrar movilidad sostenible y conectividad: la topografía de nuestro país nos obliga a pensar en formas más sostenibles de conectar las personas y las ciudades. No es solo buscar ubicaciones que permitan el fácil acceso a transporte público, sino pensar en cómo desde los proyectos se puede incentivar el uso de bicicletas o movilidad eléctrica, conectando los proyectos con el entorno y promoviendo un estilo de vida más sostenible.

La regeneración nos invita a repensar lo que significa construir. Nos muestra que el futuro no es solo edificar, sino crear ecosistemas urbanos que devuelvan vida, sentido y propósito a nuestras ciudades. El liderazgo empresarial en Colombia tiene hoy la posibilidad de dejar huella, de convertirse en agente de cambio y de demostrar que podemos hacerlo mejor y con propósito.

Porque al final, como aprendí en Copenhague, la sostenibilidad no se mide solo en metros cuadrados certificados, sino en la capacidad de nuestras construcciones para regenerar la vida de quienes las habitan.

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