/ Juan Carlos Vélez Uribe
En estos días me hallaba en un restaurante de la ciudad cuando anunciaron la intervención de una artista para amenizar la cena. Apareció una joven de unos 25 años con un violín y comenzó a interpretar diferentes obras musicales como toda una profesional. Luego, con una voz poderosísima, cantó cual soprano varios apartes de diversas óperas. Cuando terminó sus intervenciones la llamé a la mesa y la felicité, posteriormente le pregunté dónde había aprendido a tocar tan bien el violín y a cantar de manera tan esplendorosa. La respuesta me sorprendió: se había educado en la Red de Escuelas de Música del Municipio de Medellín, más exactamente en la del barrio La Milagrosa.
Al escuchar esto la abracé. Se los juro, fue uno de los momentos más alegres de mi vida porque pude experimentar que el esfuerzo que hicimos para involucrar a los jóvenes de la ciudad en este programa no había sido en vano. También me contó que con otros jóvenes que estudiaron con ella, constituyó un conjunto musical que hoy les permite obtener los ingresos suficientes para vivir.
En la administración de Sergio Naranjo Pérez impulsamos un proyecto que pretendía, en aquellas épocas aciagas de la ciudad, arrebatarle a bandas y combos aquellos jóvenes cuya única posibilidad de empleo era la delincuencia, y su diversión la droga. Fui ponente de los acuerdos municipales 03 y 04 de 1996 que dieron origen al programa de las bandas musicales y sinfónicas en los establecimientos de primaria y secundaria de la ciudad, y actuamos casi como “padrinos” en sus inicios. Mientras ejercí como concejal (seis años), siempre estuve al tanto de este programa. Pasó el tiempo, me fui a atender otros asuntos del orden nacional en el Ejecutivo y el Legislativo, y no supe más de él.
Producto de la experiencia que acabo de narrar, indagué sobre la situación por la que atraviesa la Red y me sorprendieron su avance y su éxito. Hoy en día cuenta con 26 escuelas de música, 13 de viento y 13 de cuerdas. Con 4.621 alumnos de 3.500 familias vinculadas al programa en 23 barrios y 3 corregimientos. Tiene 26 directores, 26 secretarias y 110 docentes, de los cuales el 48 por ciento son egresados de las escuelas; y cuenta con 104 agrupaciones musicales que ofrecen más de 500 conciertos al año.
Ojalá este programa se prolongue en el tiempo. Si queremos cambiar a Medellín, es con este tipo de propuestas como se logra, pero es fundamental que la Alcaldía, en convenio con el sector privado, lo pueda hacer extensivo a todos los establecimientos educativos de la ciudad. Sería muy conveniente que este programa lo acogieran los demás municipios del departamento.
Por la Red de Escuelas Musicales de la ciudad deben haber pasado no menos de 20.000 jóvenes. Algunos ya han emigrado a otras latitudes a representarnos bien a los antioqueños, y otros se han convertido en ese público que hoy asiste masivamente a los conciertos de nuestra Filarmónica y que permite que nos puedan visitar artistas de talla mundial como el pianista, Lang Lang.
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