“Una sociedad que desconfía, es una sociedad que está perdida”: Adela Cortina

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La maestra española Adela Cortina habla de ética, también de lo cotidiano, de aquello que nos permite vivir en armonía con el otro y con nosotros mismos. ¿Es tan difícil?

La ética sirve para generar confianza, dice la filósofa y escritora española Adela Cortina, a quien escuchamos recientemente, de manera virtual, en una conversación con Adolfo Eslava, decano de la Escuela de Humanidades de Eafit, programada dentro del Hay Festival.

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Ella, que ha visitado varias veces Medellín, lamentó no poder hacerlo ahora de manera presencial, sin embargo, su conversación a través de la pantalla logró convocar con reflexiones profundas y preguntas de diversa índole, manteniendo la atención en el auditorio Fundadores de Eafit. Su tema es el ser humano en su dimensión más honda. El profesor Eslava enfatizó en esto y en su apertura mencionó palabras como compasión, cordura, ciudadanía, conversar, compartir, cuidar, construir…, ligadas a nociones centrales del pensamiento de la investigadora Adela Cortina, quien dirige la Fundación Étnor, Ética de los Negocios y las Organizaciones.

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Para ella, es claro que la pregunta ¿para qué sirve la ética? nos la deberíamos hacer todos. Señaló que la ética trata de la formación del carácter de las personas y de los pueblos, “esas predisposiciones que vamos generando a lo largo de nuestra vida con todas las decisiones que vamos tomando”. Las buenas decisiones generan un buen carácter; las malas decisiones, van generando un mal carácter. Considera, entonces, que es la asignatura fundamental en la enseñanza, pues tiene que ver con la justicia, la cordura, la bondad. Forjar el carácter es tarea de la ética y ese es uno de sus grandes valores.

Propuso el imaginario de una sociedad donde todos confiemos en los otros, en los políticos, los profesores, los alumnos, los empresarios, los médicos, los pacientes, es decir, una sociedad mediada por la confianza de las relaciones entre unos y otros. “… Si reinara la confianza, las relaciones serían absolutamente fluidas y abarataríamos enormemente los costes en dinero, que es lo que parece le interesa a todo el mundo, pero sobre todo en sufrimiento. Cuánto sufrimiento habríamos ahorrado en este mundo si las gentes nos pudiéramos mover con la confianza mutua, con la confianza de unos y otros, creo que ese es el valor clave de una sociedad. Una sociedad en la que no hay confianza, una sociedad que desconfía, es una sociedad que está perdida, y la ética sirve para generar confianza”.

La filósofa y escritora Adela Cortina conversó con el profesor Adolfo Eslava, decano de la Escuela de Humanidades de Eafit.
La filósofa y escritora Adela Cortina conversó con el profesor Adolfo Eslava, decano de la Escuela de Humanidades de Eafit.

Advirtió que durante esta pandemia nos hemos percatado, además de nuestra vulnerabilidad, de que no somos autosuficientes y nos necesitamos unos a otros. Necesitamos la solidaridad, el apoyo mutuo, entre las personas y entre los países, y esa interdependencia requiere responsabilidad. Ese rompecabezas de la ética, dijo, “es como un juego en el que hay una serie de piezas que podrían ser la confianza, el carácter, la vulnerabilidad, la responsabilidad, la solidaridad, como una parte fundamental que nos recuerda que somos interdependientes”. Y en ese sentido una ética de la responsabilidad es vital para que funcione nuestro mundo. 

Ética cívica

Al referirse a la ética cívica la filósofa la describió como la ética de la ciudadanía en una sociedad pluralista, en la que personas con distintos proyectos de vida tienen que compartir unos mínimos de justicia, por debajo de los cuales no se puede caer sin caer en inhumanidad. “Una ética que tiene en cuenta los derechos económicos, sociales y culturales, los derechos civiles y políticos; valores como la libertad y la solidaridad, eso es lo que aglutina a los miembros de una sociedad pluralista y lo que les hace construir juntos”. Y en tiempos de tanta polarización mundial, de tanta confrontación, lo fundamental es construir unidos. Vivir unos en contra de otros resulta letal. Para construir, necesitamos vivir en comunidad respetando las diferencias. “El respeto a los distintos proyectos de vida buena, eso es uno de los principios que forman parte de una ética ciudadana”.

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El más reciente libro de la profesora Adela Cortina es Ética cosmopolita. Una apuesta por la cordura en tiempos de pandemia. Un volumen que tiene una relevancia especial, pensado para un mundo en crisis, en el que, sin embargo, hay espacio para la esperanza. Señaló que el cosmopolitismo consiste en la convicción de que los seres humanos somos miembros de una comunidad política determinada, y a la vez somos miembros de la comunidad mundial, porque todos compartimos las mismas características, “y en ese sentido cosmopolitismo quiere decir que todos los seres humanos somos ciudadanos del cosmos, somos ciudadanos del mundo y tendríamos que construir una especie de ciudadanía en la que todos fuéramos ciudadanos de primera”. Rescatar la tradición del cosmopolitismo es fundamental y posible, aunque a veces pareciera que se desvanece. Y por eso invita a dejar de ser seres pacientes para convertirnos en sujetos agentes, lo que nos permite tomar decisiones en un mundo sin exclusiones. Decidir hacia dónde queremos ir como seres humanos. Ese es uno de los grandes retos.

“La educación en los colegios y las universidades tiene que ser una educación racional y emocional (…). Me parece que nos iría mucho mejor en nuestra humanidad si optáramos por esa razón cordial que tiene esos dos lados (…)”. x

Adela Cortina, filósofa y escritora española.

La maestra Adela Cortina sumerge a los lectores y a quienes la escuchan en un universo lleno de realidades, a veces azarosas, y de preguntas que no tienen respuestas definitivas. Defensora de la libertad y la democracia, siente que el ser humano no puede perder su logos, en él está la razón y la palabra, lo que le permite el diálogo que nos hace comunidad. “Construimos la comunidad política a través de la palabra, construimos nuestra vida conjunta a través de la palabra”. Ella propone una conversación sin punto final, una conversación que es comunicación, debate, conexión con el otro. Mientras haya diálogo hay esperanza. “La palabra, dice Aristóteles, nos sirve para buscar juntos qué es lo justo y qué es lo injusto. Buscar juntos a través de la deliberación…”, recuerda la filósofa española.

Formación

“La educación en los colegios y las universidades tiene que ser una educación racional y emocional (…). Me parece que nos iría mucho mejor en nuestra humanidad si optáramos por esa razón cordial que tiene esos dos lados (…).

“La compasión requiere empatía, esa palabra que tanto gusta, empatía, la capacidad de ponerse en el lugar del otro, la capacidad de poder padecer con el otro, la capacidad de alegrarse con el otro (…). Hay otro tipo de compasión que es la compasión en el sufrimiento, cuando al darme cuenta de que otros sufren, me doy cuenta de que yo no soy feliz si no es ayudándoles a salir de su sufrimiento (…). Eso me parece que es la buena compasión”.

“Creo que esos son los elementos que formarían una buena educación, conocimientos, proyectos de felicidad, sabiduría moral que tendría que ver con la justicia y la gratuidad. Eso es cultivar la compasión, cultivar la razón cordial, cultivar el corazón y creo que si la educación no va en ese sentido está desviada”.

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“(…) Hay que conjugar la razón y la emoción, la razón y el corazón, para llegar a la acción, que al fin y al cabo es lo que nos interesa (…). Las universidades tienen que ser transformadoras de la realidad porque si no, no hemos ganado absolutamente nada”.

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