Patrick Radden: cambiar el ambiente a través de historias verdaderas

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Es uno de los periodistas más respetados en Estados Unidos. Sus libros e historias en The New Yorker son leídos en varios países, han recibido reconocimientos y generado debates que cambiaron la realidad. Conversamos con él en su paso por el Hay Festival.

Más allá de su calma, curiosidad y sencillez aparente hay un hombre que sabe contar historias y tiene la paciencia de averiguar los detalles ocultos. Cuenta que desde hace tiempo tenía el deseo de venir a Colombia, y al asistir al Hay Festival cumplió el deseo. Además de trabajar en The New Yorker, un medio que es reconocido por sus historias únicas y verificadas, ha escrito libros que pueden leerse en México, Irlanda o Barcelona: “No digas nada” (2020), una investigación sobre el crimen de Jean McConville, una viuda madre de diez hijos, y que reveló el conflicto en Irlanda del Norte y la responsabilidad del IRA (Ejército Republicano Irlandés).

“El imperio del dolor” (2021)

A esto se suma “El imperio del dolor” (2021), un retrato escrito de la familia Sackler cuya fortuna se fortaleció a través del consumo de dos tranquilizantes: Librium y Valium. Después de que sus representantes convencieron a los médicos de formular sus virtudes y recibir billones de dólares a cambio, apareció un medicamento que generó polémica por su capacidad de crear adicción: OxyContin. Corría el año 2010 cuando Patrick Radden se preguntó por qué había aumentado el envío de heroína, hacia Estados Unidos, por parte de los carteles mexicanos. La respuesta lo llevó a averiguar más: los usuarios que consumían OxyContin, el medicamento legal, lo habían cambiado por este alucinógeno que era posible adquirir a través de las redes creadas por la mafia, a un precio mucho menor.

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¿Qué aprendizajes valiosos le dejó “El imperio del dolor”?

Después de la investigación entendí que la industria farmacéutica es muy poderosa y mueve billones de dólares cada año. En el caso de OxyContin también descubrí que cuando el mercado se ha reducido, en Estados Unidos, sus responsables han comenzado a mirar lugares de Latinoamérica como Colombia para ampliar sus opciones. No es fácil hablar de este tema porque muchas de esas empresas han desarrollado vacunas.

“Una parte fundamental de mi trabajo es la verificación de los datos; eso me blinda ante cualquier situación o controversia”

No podemos llegar a un punto en que desconfiemos de los médicos. Al mismo tiempo tenemos que ser realistas: es una industria que se mueve por las ganancias y su poder no es regulado como debería ser por las autoridades, por la dificultad que eso representa para cualquier país. A través de este trabajo aprendí que hay otras formas de corrupción. Cuando menciono esta palabra la gente se imagina a alguien recibiendo un sobre con dinero, pero hay métodos diferentes: en el libro hablo de un funcionario de la FDA (Agencia Administradora de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos) que tiempo después de dar su aval a OxyContin, obtuvo un puesto de trabajo en la empresa que lo fabrica.

¿Cómo encontrar la verdad en este tiempo en el que es tan fácil acceder a la información?

En el caso de la industria farmacéutica, hay algo bueno: debido a la pandemia hay muchos doctores que estudian los temas y hay un consenso sobre ellos. Hay gente que no cree en lo que dicen los expertos, y esto se debe, en gran parte, a lo que está en Internet. Por esta razón, debemos hacer nuestra propia investigación y no dar nada por hecho. Este es un tiempo muy importante para el periodismo, y al mismo tiempo, difícil. Recordemos que el presidente anterior (Trump) dijo que los periodistas eran los enemigos del pueblo. El mundo se está moviendo muy rápido y hay fuerzas como las de la industria farmacéutica. El periodismo independiente tiene el papel de educar consumidores y al público.

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Reconocimiento

En el 2014, Patrick Radden recibió un reconocimiento del diario “The New York Times”, considerado el más importante del mundo angloparlante: “No digas nada” fue considerado el libro del año. Este texto cuenta la situación de Irlanda del Norte. El autor cuenta que al inicio, su propósito era contar el asesinato de Jean McConville. A través de testimonios desconocidos, verificación de datos, entrevistas con expertos y viaje al lugar de los acontecimientos, escribió un libro con el buen estilo de una novela, que habla de política, historia y creencias.

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