/ Esteban Carlos Mejía
¿El padre Carlos Yepes es una estrella de televisión? Tiene elocuencia y carisma. No posa, sin embargo. Ni se esfuerza por caer bien. Habla con solvencia y convence. En el más reciente conversatorio de Vivir en el Poblado y Santafé, charlamos sobre la fe en el mundo de hoy, asunto complejo y algo denso, a decir verdad, que el curita trató con claridad y sencillez.
“El ser humano es integral”, dijo para empezar. Siempre vamos más allá de nuestras necesidades corporales. “Tenemos sed de Dios”. Sin ánimo de ofender, le pregunté a cuál dios se refería. ¿Yahveh, Alá, Jehová, las 108 divinidades hindúes? No vaciló: se inclinó por el monoteísmo: “Dios es uno”. “¿Qué cosa es fe?”, le dije a continuación. “Creer lo que no vimos”, me respondió con las palabras del padre Gaspar Astete, cuyo catecismo era de obligatorio aprendizaje. “La fe es un regalo de Dios”, añadió, para equilibrar su definición.
“Más que mis dudas”, lo interrumpí, “me devora la curiosidad por las vidas ajenas: soy escritor, ¡qué vaina!”. Abrió los ojos, creo. Y a regañadientes empezó a contar algunos episodios de su vida. Antes de ser cura, el padre Yepes fue abogado. Mejor dicho, se graduó en Derecho pero nunca ejerció, pues su vocación sacerdotal triunfó. Hace ya casi veinte años se ordenó. Desde entonces ha trabajado con distintas comunidades: ayudante del capellán de la cárcel de Bellavista, párroco de la iglesia de Barrio Triste, comunicador de la Conferencia Episcopal, presentador en Televida, capellán de la Gobernación de Antioquia y del Municipio de Medellín.
Su gobernador inolvidable es Guillermo Gaviria Correa, asesinado por las Farc, junto con el exministro de Defensa Gilberto Echeverri Mejía, en mayo de 2003. Por cosas del destino, el padre Yepes estaba con ellos el día de su secuestro, 21 de abril de 2002. “Guillermo Gaviria era un gobernante sui generis, como decía el arzobispo Alberto Giraldo. Un hombre comprometido con la no violencia”. Inspirado en Gandhi, Mandela y Martin Luther King, tenía fe en el diálogo, pues, iluminado por los evangelios de Cristo, confiaba en la naturaleza humana.
El primer trimestre de 2002 fue una época terrible: secuestros, atentados, asesinatos, zozobra, como si Colombia fuera un país inviable. Cientos de civiles, entre ellos el pacifista afroamericano Bernard Lafayette, decidieron caminar hacia Caicedo, al occidente de Medellín, para solidarizarse con los cafeteros de la zona, esquilmados por la guerrilla. En el puente del Vaho, a pocos kilómetros del pueblo, Gaviria, Echeverri, Lafayette y Yepes fueron secuestrados por un guerrillero apodado “El Paisa”, dizque en nombre de la revolución. El gobernador trató de dialogar, inútilmente. “No insista, Gober, caímos como niños”, le dijo Gilberto Echeverri. Fieles a sus concepciones, no opusieron resistencia.
Durante casi cuarenta minutos, el padre Yepes nos contó detalles estremecedores: las canciones bélicas de los guerrilleros, las jornadas por paisajes alucinantes de belleza y olvido, el desamor y la falta de fe de los secuestradores. Su relato electrizó al público. “Recordar es parte del perdón”, dijo. “Porque el perdón es un proceso, un proceso de fe”.
Nuestra próxima invitada será la conferencista argentina Adriana Masieri, con un tema refrescante: Del dolor al amor. Jueves 2 de mayo, de 6:30 a 8 p.m. Los conversatorios de Santafé tienen su encanto. Allá nos vemos.
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