Quise comenzar esta columna, a la que tan amablemente fui invitado, con esta premisa que se ha convertido en una afirmación potente y que, inevitablemente, aterrizó en el nombre de mi más conocida conferencia, “la cultura es la estrategia”.
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Lo digo con total de certeza y profunda creencia, porque después de casi 30 años de haberle apostado, jugándome el futuro de una empresa familiar con más de 35 años de existencia, a cambiar el concepto de tener empresa por el de crear una cultura empresarial, quedó completamente demostrado para mí, que el mejor y más entretenido camino para liderar organizaciones es a través de una cultura estructurada y muy coherente con los propósitos que queremos conquistar.
En nuestro caso, esa cultura que hoy llamamos Vida busca dos propósitos mayores que juntos y aplicados con determinación, disciplina y creencia inconfundible, nos llevan a la consecuencia deseada.
El primer y más relevante propósito es el desarrollo de los integrantes, nótese que así nos referimos a las personas que conforman la organización y a quienes nos rehusamos a llamar empleados, ya que las personas en nuestra organización pasaron de ser un recurso para convertirse en un propósito. En nuestra cultura, Vida, estamos convencidos de que cuando la empresa, a través de sus líderes y una muy buena unidad de Cultura y Desarrollo, se compromete a acompañar a cada integrante en un proceso continuo de desarrollo personal y profesional para que cada uno logre convertirse en su mejor versión, las posibilidades de crecimiento personal, colectivo y, por ende, el de la empresa son ilimitadas.
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El segundo propósito, que solo puede lograrse si el primero ha sido exitoso, es la creación de relaciones relevantes con el entorno, esta se logra a través de la aplicación exitosa de lo que llamamos el método. Cuando aplicamos con éxito el método Vida (Visualizar, Inspirar, Desarrollar y Actuar) logramos generar un estado de ánimo especial que busca como resultado no solo la riqueza para los inversionistas sino la abundancia para todos los involucrados.
En el método Vida visualizamos para entender a fondo quién es nuestro interlocutor y lo más importante, para saber qué es relevante para él y entender su lenguaje. Hablamos desde su lenguaje cuando nos contactamos para conectar con su propósito, creando un momento de inspiración; una vez tenemos su total atención y recibimos nueva y muy valiosa información, desarrollamos una relación profunda que genera confianza y como en el caso de los clientes, por ejemplo, un intercambio comercial continuo y exitoso. Una vez establecida esta relación actuamos con total coherencia para cumplir con todas las expectativas generadas, creando más que un resultado de satisfacción, uno de deleite.
Por eso, siempre decimos que la cultura es la estrategia, ya que cuando logramos formar una organización donde sus integrantes actúan desde sus fortalezas y no desde sus debilidades, entendiendo y aplicando el método con pasión, la cultura, sin lugar a duda, se convierte en el ente rector y todo lo demás se ejecuta desde esa premisa.
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