Nuestro país avanza en la búsqueda de la tan anhelada cultura gastronómica. Ahí está la Virgen, que por fin se le paran bolas a este ingrediente tan importante de la economía, siguiendo el ejemplo de varios países que salieron del anonimato gracias a su gastronomía. No me cabe la menor duda de que la cocina es el mejor embajador cultural de cualquier país. Qué sabe usted de arte chino, cuántos escritores mexicanos conoce, cuáles pintores italianos contemporáneos puede mencionar, qué sabe de la cultura peruana más allá de Laura en América; sin embargo, todos los días en su casa o cuando sale a comer, come platos de todos estos países y lo que conoce de ellos es a través de sus sabores.
En esa búsqueda es vital la capacitación del sector del que, por supuesto, hace parte fundamental el comensal, cuya satisfacción es la esencia de los que trabajamos en esto. Hoy, sin duda, tenemos un comensal más preparado, más “viajado”, conocedor de más sabores, catador de vinos y bebidas, dispuesto a vivir nuevas experiencias. Pero el camino es largo y a veces es más lo que creemos saber que lo que verdaderamente sabemos, particularidad bien paisa. Por eso a continuación me atrevo a plantear un manual elemental del comensal:.
1. Respeto. Trate bien al que cuida los carros, a los meseros, cocineros y personal de servicio. Salude, sea amable, así como quiere que lo traten a usted. El hecho de ser el que paga, no le da derecho a faltarle al respeto a nadie.
2. No haga el oso. Cuando pruebe el vino no se las dé de enólogo. Los que saben de vino llevan muchísimos años estudiando, catando, viajando y se reconocen de inmediato, por eso pierde su tiempo dándoselas de sabelotodo. Apenas, empezamos a reconocer el valor del vino, por eso procure disfrutar y no descrestar.
3. Reservas. Todo el mundo tiene derecho a no poder o no querer ir a un restaurante en donde reservó, pero tómese la molestia de avisar si no va a ir o si no van todos los que iban a ir, para no quedar en la lista negra. Es una gran falta de respeto no cancelar una reserva ya que perjudica al restaurante y a otros clientes que hubieran podido usar la mesa que le tenían lista.
4. Reclamos. Una de las peores costumbres de un mal comensal es no reclamar cuando algo le sale mal. El elogio nunca hará tanto bien como un reclamo justo. Pero, por favor, sea educado y evite mostrar el cobre ya que una mala actitud y pésima educación le quitan valor a su reclamación. Para un restaurante es vital que lo hagan caer en cuenta de sus errores.
5. Fechas especiales. Los días de la madre, del padre, de la secretaria y las fechas especiales de Navidad, lo más seguro es que los restaurantes estén llenos, por eso ármese de paciencia. En esos días los comensales salen prevenidos y en los restaurantes el personal por lo general estará estresado e igualmente prevenido. Por eso, si usted es de los que exige siempre un tratamiento preferencial, mejor celebre en su casa, en familia, con sus amigos y ahórrese las rabias.
Procure salir a pasar rico, no a hacer sentir mal a su pareja o a su grupo. Si cree que la plata o emborracharse le dan derecho a tratar mal a quien que está para servirle, mejor no salga, pues está equivocado, muy equivocado. Espero sus comentarios en [email protected]
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