La COVID-19 ha afectado todos los sectores que constituyen la institucionalidad colombiana, ha permeado las prácticas culturales, económicas y políticas que gravitan en los contextos sociales, cambiando las rutinas que han caracterizado la vida de los colombianos.
En el sector educativo, se han generado cambios sustanciales en la manera como se desarrolla el proceso formativo de los estudiantes y en las lógicas que han caracterizado las dinámicas en los establecimientos educativos.
Todo el proceso, estructurado en protocolos que organizaban el tiempo, las clases, los descansos de los estudiantes, el trabajo de los educadores, la atención a la comunidad educativa, las actividades lúdicas y recreativas, entre otros, se derrumbó.
Esa educación formal institucionalizada con una estructura académica presencial organizada por saberes válidos, definidos y regulados en la normatividad ha cambiado, hoy los escenarios, los actores y los procesos constituyentes básicos del proceso formativo, son otros.
El escenario donde discurre la cotidianidad escolar, ya no es el aula de clase o el establecimiento educativo, es el lugar donde vive el estudiante, que en algunos municipios no certificados del departamento de Antioquia con acentos fuertes en la ruralidad, no tienen los ambientes ni las condiciones adecuadas para desarrollar los procesos formativos. Igualmente, los padres de familia se convirtieron en los actores de acompañamiento permanente.
No obstante, el Ministerio de Educación Nacional, las secretarías de Educación de los entes territoriales, los directivos docentes, los docentes, los estudiantes y las comunidades educativas en general, han realizado un conjunto de estrategias y acciones para garantizarles a niños, niñas y jóvenes el derecho a la educación. Se han efectuado cambios en las prácticas educativas, que orientan y le dan sentido al acto formativo con el fin de garantizar dicho derecho.
Los cambios han exigido procesos y prácticas distintas en las relaciones entre los diferentes actores escolares, en las orientaciones pedagógicas que rigen las acciones cotidianas desde las exigencias actuales del aprendizaje y de nuevas formas de gestión y administración de la organización escolar.
La planeación, el calendario, los cronogramas y la evaluación se han ido transformando haciendo posible el derecho a la educación de niños, niñas y jóvenes, pese a las dificultades existentes en el aislamiento preventivo y el trabajo en casa.
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Se han realizado en algunos establecimientos educativos, estrategias innovadoras de acuerdo con los contextos que han permitido reinventar día a día el acto educativo desde la flexibilización y la autonomía como categorías rectoras que permean las prácticas y dejan ver en el desempeño de los directivos docentes, el empoderamiento y la manera como sortearon las situaciones en los diferentes contextos locales.
Ahora bien, 2020 es un año atípico que requiere repensar las dinámicas y los alcances del cierre de actividades escolares en función de los actos y eventos que han marcado su desarrollo. Por ello, se invita a una reflexión a los directivos docentes, docentes, padres de familia y comunidad educativa en general, en los siguientes aspectos:
- Hoy más que nunca, la emergencia económica, social y ecológica y la aplicación de la medida del aislamiento preventivo y el trabajo en casa de los estudiantes, exigen nuevas maneras de hacer educación y de cambiar las estructuras cerradas, autoritarias y rígidas por otras, flexibles y abiertas, desde la generación de múltiples maneras de ver el mundo, espacios de reflexión intercultural, aprendizajes significativos y momentos de diálogo y de participación.
- El énfasis del acto pedagógico con los estudiantes, debe colocarse en la adquisición de las herramientas básicas para aprender a aprender, a través de metodologías activas que permitan la interacción del estudiante con su entorno y su vida cotidiana de una manera lúdica y significativa. Exige abandonar la mecanización de la información y de contenidos de áreas desarticuladas que en nada aportan al desarrollo del estudiante.
- El trabajo del proceso educativo de los estudiantes en casa, a través de las diferentes herramientas de las tecnologías de la información y la comunicación, rompió los esquemas del modelo pedagógico tradicional, parcelado en materias y áreas y desarrollado en una relación vertical, rígida y cerrada. Estas estrategias permiten la interdisciplinariedad a través de la integración de saberes en torno a proyectos de investigación en todos los grados y campos de la ciencia y las humanidades. El regreso a las aulas debe privilegiar este tipo de herramientas.
- El Sistema Institucional de Evaluación estipulado en el Decreto 1290, expedido el 16 de abril de 2009, debe revisarse en lo pertinente a los criterios de evaluación y promoción y a las estrategias de seguimiento, haciendo los cambios pertinentes para colocarlo a tono con las condiciones de aprendizaje de los estudiantes y del contexto donde se produce el acto pedagógico. Se debe privilegiar la evaluación formativa que tiene como propósito, brindar información para identificar los aciertos y desaciertos en el proceso de aprendizaje, para desde allí, establecer estrategias que permitan lograr lo esperado en el proceso formativo.
Por: Luz Piedad Hurtado Cano
Pedagoga