La cocina del Mundial
Los surafricanos se especializan en hacer carnes y pescados a la parrilla cocidas sobre brasas de madera o carbón, que acompañan con mazorcas de chócolo o maíz tierno cocidas también en la misma parrilla
Unos amigos que viajaban al mundial de futbol me preguntaron: “¿Y que será lo que se come en Suráfrica?”. La verdad es que yo no tenía mucha información y por lo tanto les dije: “Vayan tranquilos que comida no ha de faltar, hay 46 millones de personas en ese país y que yo sepa no se están muriendo de hambre”.
Mis amigos partieron con una santa resignación dispuestos a comer “lo que hubiera” con tal de tener la oportunidad de seguir de cerca el desempeño de sus equipos favoritos, todos ellos de Suramérica. Hoy recibí un email en el que me dan sus impresiones respecto a lo encontrado en tres semanas de estadía mundialista y futbolera.
Dicen ellos, que la primer sorpresa gastronómica que recibieron fue conocer que a la cocina local la llaman la cocina del arco iris y que está construida a partir de la diversidad de productos, razas y culturas que componen el país: los descendientes de los pueblos originarios y la descendiente de los países que han tenido incidencia en el desarrollo de su economía. Primero fueron otras etnias africanas que llegaron para aprovechar su clima y la feracidad de sus tierras, luego los portugueses, que llegaron hasta el cabo de Buena Esperanza antes que Colón llegara a América, en la búsqueda de un camino marítimo para llegar al origen de las especies asiáticas; posteriormente, a finales del siglo 17, llegaron los holandeses y los ingleses, los que establecieron colonias permanentes en el país; y más tarde los malayos, hindúes y árabes que llegaron para trabajar en las minas, la agricultura y el comercio; en épocas más recientes inmigrantes de diferentes razas y países atraídos por el boom reciente de Suráfrica. Cada una de ellas ha aportado lo suyo en cuanto a productos y patrimonio gastronómico para conformar dicho arco iris culinario.
Las costas y mares de los océanos Atlántico e Índico proveen una gran variedad de pescados y mariscos que son preparados en unos casos con cocciones simples y en otros con unas bien complejas que se fusionan con las cocinas de las otras etnias presentes en el país; por otro lado, de América y a través de Europa llegó el maíz, que es una de las bases de la alimentación, que se ve complementado en la dieta diaria con los tomates, las papas, los ajíes, etc.; los ingleses y holandeses aportaron el ganado vacuno, ovino, caprino, las aves de corral y también los pasteles rellenos con carne molida, pollo o verduras; los asiáticos y árabes aportaron las complejas especies que dan origen a sus aromáticas comidas.
Finalmente, el suelo africano aportó una gran cantidad de verduras y frutas que se preparan o presentan de maneras diferentes, dando lugar a los “potijekos” que son potajes y comidas sustanciosas cocidos en grandes ollas de hierro fundido, que cocinan comidas con sabores variados, las que incitan a probar, cada vez más, otro nuevo plato de la cocina del país.
En adición a todo lo anterior, los surafricanos se especializan en hacer carnes y pescados a la parrilla cocidas sobre brasas de madera o carbón, que acompañan con mazorcas de chócolo o maíz tierno cocidas también en la misma parrilla; esta combinación de carnes y mazorcas se convierte en el elemento central para animar reuniones familiares y de amigos.
Suráfrica produce también vinos tintos y blancos comparables en cuanto a calidad con los argentinos y chilenos que se consumen hoy en Colombia, y que en reuniones es normal encontrarlos complementados con cervezas rubias y negras, que son también de muy buena calidad.
Mis amigos cuentan que estuvieron en varias “brai” (parrillas) disfrutando de las tradicionales “boerewors” (salchichas de campo), que también eran vendidas en los estadios, y que estaba acompañadas de Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah o Sauvignon Blanc de excelente calidad, con mención especial para los de Constantia.
Disfrutaron también de ricos platos de langosta preparada de diferentes maneras, de cangrejos de río braseados con cebollas y ajíes o al curry o de comidas más informales como las “frikkadels”, consistentes en hamburguesas pequeñas sazonadas con nuez moscada y envueltas en hojas de repollo y acompañadas de “arroz amarillo; y para los fríos del invierno encontraron que nada era más reconfortante que un buen “bredie”, que es un estofado hecho a base de cordero y vegetales de estación.
Están encantados con la hospitalidad brindada por las gentes del país, y al final comentan que Suráfrica sería perfecto si tuvieran arepa como compañía para su rica y variada gastronomía.
Buenos Aires, julio de 2010.
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