Es hora de cambiar el paradigma de la coca: de la mata que mata, al superalimento.
“La coca no es cocaína, así como la uva no es vino” se lee en el Coca Móvil de la empresa indigena Coca Nasa. “La coca es tanto una medicina como un alimento sagrado, es la hoja divina de la inmortalidad” dice el antropólogo Wade Davis narrando el cortometraje: Coca, la hoja de los dioses”. “Mientras más coca menos paz, la droga es el mayor enemigo que ha tenido la paz en Colombia” dice el presidente Ivan Duque durante la presentación del informe de Naciones Unidas sobre cultivos de coca en Colombia.
¿Cómo es posible visiones tan distantes y contrarias? ¿Por qué para unos la coca es una droga y para otros es medicina y alimento? Las definiciones de la palabra ‘droga’ son ambiguas, pero en esencia son sustancias que ingerimos y nos cambian de alguna manera, pero otras sustancias que comemos también hacen esto. En este sentido, el azúcar, el café, el alcohol, el glutamato monosódico, el conservante TBHQ y otras sustancias que ingerimos día a día tienen esta misma capacidad.
Me pregunto: ¿Generarán adicción? ¿Me hacen daño? ¿Por qué están en tantos productos? Al parecer algo y alguien elige por nosotros qué es y qué no es una droga.
Decido reclamar mi derecho creativo de elegir a qué llamo una droga y a que alimento y medicina. La coca está repleta de nutrientes: tiene más calcio que cualquier otra planta estudiada por la ciencia, algo perfecto para nuestra dieta ancestral donde no consumíamos lácteos. También tiene enzimas que ayudan al cuerpo a metabolizar altas cantidades de carbohidratos, algo ideal para nuestras dietas ancestrales ricas en papas, yucas y maíces; y que en el contexto de la epidemia alimentaria industrializada puede ser una herramienta de salud pública para combatir los estragos metabólicos causados por los ultraprocesados – a los cuales han elegido no llamarlos drogas – y que ocasionan 11 millones de muertes al año. En un país donde más del 54 % sufre de sobrepeso y obesidad, más hojas de coca no significa menos paz, ¡puede significar más y mejor bienestar!
Al reflexionar sobre mi propia experiencia como mambeador y tomador de Té de Coca, doy fe de la vitalidad y fortaleza que siento: mi mente está centrada y atenta, mis uñas y pelo crecen como nunca. Además, veo múltiples cocineros, restaurantes y emprendimientos abrazando este legado ancestral. Celebro la aprobación en primer debate del Proyecto de Ley para la regulación del mercado de la hoja de coca. También veo con emoción la respuesta positiva de nuestros clientes en Cocina Intuitiva, donde vendemos hojas de Ayo (así lo llaman los Arhuacos) y Ají Yuquitania con Harina de Coca.
Ya es hora de que, como colombianos, reclamemos este regalo de la naturaleza. Pero, para ello, hay que desaprender, desmontar y desmarcar, y en ese transitar, cambiar del paradigma de la coca como la mata que mata, a la coca como superalimento y supermedicina.