Juan Diego Serrano es astrónomo autodidacta, filósofo titulado, y ha complementado las dos cosas con una maestría y un doctorado sobre Historia y Filosofía de la ciencia. Pero en Colombia no habría muchas posibilidades de trabajo.
Primero fue la astronomía. Juan Diego Serrano Reyes recuerda que a los 12 años, en una Feria del Libro, compró una carta celeste, un mapa del cielo. Y se dedicó a la observación, le encantaba mirar las cartas celestes, los atlas y aprender a ubicarse en el cielo, así como leer libros sobre el tema. Su primer telescopio era pequeño y pertenecía a su hermano mayor, quien lo tenía guardado y ya no lo usaba.
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Ya desde el colegio le gustaban más las humanidades, como Filosofía e Historia, y escribir. “Aunque yo tenía esa afición por la Astronomía, estudié Filosofía y letras y ahí me encontré otra vez con esos temas, a través de la Historia y la Filosofía de la ciencia”. Hizo un año de la carrera en la Universidad McGill, de Montreal, donde tuvo la oportunidad de estudiar con Mario Bunge, filósofo argentino de la ciencia; se graduó de la Universidad Pontificia Bolivariana y se fue a Londres, a hacer la maestría en Historia y Filosofía de la ciencia. Hizo el primer año en London School of Economics, que era más orientada a la filosofía analítica, pero le interesaba aún más la Historia de la ciencia, y por eso terminó en Imperial College, también en Londres, donde había un centro de Historia de la ciencia. Después se fue a hacer el doctorado a la Universidad de Toronto, donde solo le falta terminar la tesis, que no ha podido concluir debido a la pandemia, pues debe hacer investigación de archivos en Inglaterra. Por eso está a la espera de poder viajar y terminar su tesis cuanto antes.
El tema de la tesis es La separación de la astronomía de la astrología. Se suelen confundir, “porque eran como hermanas, y se enseñaban conjuntamente en las universidades”. Pero el interés de Juan Diego “está en mirar en qué momento, por qué y cómo se dio la separación, cundo ya la astrología dejó de ser parte de la ciencia, y pasó a ser una pseudociencia, como es considerada hoy en día, aunque esa distinción es posterior. Yo me estoy enfocando en los finales del siglo XVII y principios del XVIII, que fue cuando la astrología dejó de ser parte de la filosofía natural, que era como se conocía en ese momento la ciencia, y tratando de ver cómo la comunidad científica marginó a la astrología del resto de la ciencia, incluida la astronomía, por supuesto. Y cómo la nueva cosmología tuvo un impacto destructivo en la visión astrológica del mundo.
“Yo no tengo el título de astrónomo, porque no hice esa carrera, aunque sí hice cursos universitarios fuera del país: dos de astronomía en McGill, uno de cosmología en MIT y otro de Historia de la astronomía en Toronto, del que luego fui tutor, aunque el tema lo he aprendido de manera más autodidacta, leyendo y explorando el cielo por mi cuenta”.
Escribió un libro de divulgación que se llama Astronomía para Esteban, editado por una editorial española, que ha publicado una serie de libros con introducciones a varias ciencias, y dirigidas a una persona en particular. Esteban es su sobrino.
También está haciendo un podcast y blog, Astrophilia, con un amigo que vive en Estados Unidos. Leen, conversan, postean, escriben. Juan Diego ha invitado a participar sobre todo a sus alumnos más interesados. Porque también ha dictado cursos desde antes de graduarse, en varias universidades de Medellín y en la Sergio Arboleda de Bogotá; y ama la docencia y la divulgación.
¿Y para qué todo este conocimiento?
“Primero por curiosidad, por gusto. Yo me metí en el doctorado porque puede abrir más puertas laboralmente. Me gustaría mezclar la docencia con la divulgación y la investigación. Pero aquí en Colombia trabajar en eso no es posible; en los países del primer mundo valoran más esos temas”. Sin embargo, aunque es difícil, Juan Diego quisiera formar con otras personas un programa de estudios de Historia y Filosofía de la ciencia en Colombia, que no existe en la actualidad.
Pero en realidad es muy poca la gente interesada en estos temas aquí, porque no los conocen o no dan frutos económicos. Juan Diego solo conoce unos pocos en Medellín y otros en Bogotá que han incursionado en esas áreas. Entre otras razones, porque quien quiera hacer estudios de postgrado en Historia y Filosofía de la ciencia debe hacerlo fuera del país.
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“Una de las cosas que me encanta de la astronomía es que siempre ves las cosas en el pasado, por la limitación de la velocidad de la luz, y pone las cosas terrestres en perspectiva cósmica. Por ejemplo, la luz del Sol tarda ocho minutos en llegar a la Tierra. Es decir, si se apagara el Sol, solo nos daríamos cuenta ocho minutos después. Y si vemos a Alfa Centauri, la estrella más cercana al sol, ya tardaría cuatro años. O cuando vemos la galaxia de Andrómeda, que es lo más lejano que podemos ver a simple vista, solo la vemos como era en la edad de piedra, cuando la luz salió de allá. Un quásar, que es una galaxia muy brillante y muy lejana, si se pudiera ver directamente, presente, lo veríamos como era en el universo temprano, antes de la formación de la Tierra”
Si Juan Diego fuera a mirar el cielo en Medellín, no vería gran cosa, debido a la luz de la ciudad, solo la Luna y los planetas podrían verse. “A mí lo que me interesa más es el cielo profundo, cosas más lejanas como las nebulosas, cúmulos estelares y galaxias, ver más lejos en el espacio y más atrás en el tiempo. Pero para eso se requiere un cielo bien oscuro, lejos de la ciudad”. Lo que sí pudo observar muy bien por su telescopio, en diciembre de 2020, fue la espectacular conjunción entre Júpiter y Saturno, que estuvieron muy próximos en el cielo vistos desde la Tierra, aunque en realidad separados por cientos de millones de kilómetros. “No se acercaban tanto desde que Galileo y Kepler estaban vivos, en el siglo XVII”.