Josecito, J. Balvin, ya se disculpó. Pero el jalón de orejas sigue vigente para que no vuelva a meterse con las perras que ladran.
Aquí hay tomate, me dije y dejé de mover la cola.
Estábamos frente al televisor, a esa hora ponen a veces documentales de Animal Planet, que me chiflan, cuando el zapping se detuvo. Oh, oh. Incliné la cabeza a un lado y paré la parabólica derecha. Moví mi nariz carateja a un lado y al otro, el olfato nunca me falla y, claro, lo comprobé: estaban hablando de J. Balvin. Esa señora pizpireta -Alba Mery se llamaba- era su mamá y, con desconcierto, se refería a Perra.
“Cuando me enteré, lo llamé y le dije: ‘¿Dónde está el Josecito que yo conozco?’… No sé ni qué decir… No seguí viendo el video… No lo veía a mi Josecito por ninguna parte”.
Ay, doña Albita.
(Esta soy yo: antes de cumplir dos meses –de eso hace cinco años-, adopté a una familia de humanos que, desde entonces, es mi manada. Los quiero a morir, porque ellos me quieren igual, me aceptan como soy, me respetan y me dejan ser feliz a mi manera: rastrojeando, correteando guacharacas, jugando con pepas de aguacate; sin pintarme uñas, ponerme faldas, enseñarme a saludar visitas…, ni otras carajadas de esas tan insoportables. Me llamo Camelia –en modo tierno, me fascina que me digan ´bola de pelos´ y me rasquen la panza- y soy una perra, orgullosa de serlo, que no entiende por qué ciertos cantantes desvirtúan nuestra naturaleza para conseguir adeptos. Reguetoneros, de una vez por todas: no somos putas; somos p-e-r-r-a-s. Y a mucho honor. ¿Así o más claro?)
Yo soy una perra en calor/ ‘Toy buscando un perro pa’ quedarno’ pega’o/ Ey, eres una perra en calor (ajá)/ Y estás buscando un perro pa’ quedarte pega’/ ‘Toy en celo, ‘toy en calor/ Yo me abro en cuatro pata’, métanme un ventilador…
¡Guau! Divertida y pegajosa sí que es la música. La letra, pocón. ¿A santo de qué algunas mujeres tienen que escudarse en nosotras, las perras, cuando quieren tener sexo? No Tokischa, usted diga y haga lo que quiera, es dueña de su ramplonería, pero con nosotras no se meta. (Se ve ridícula con ese disfraz). Y vos, Josecito, que de todos los artistas urbanos has sido mi preferido –mi humana es fan tuya, pero está que te saca de la playlist-, ¿en qué estabas pensando cuando grabaste semejante adefesio? Supongo que no en tu mamá, no en tu hermana, no en tu compañera. ¿O las sacarías a pasear agarradas por el cuello, caminando en cuatro patas y con orejas caninas? (Te ves ridículo en ese papel).
Se te fueron las luces Josecito –a los humanos les pasa con frecuencia-, Perra no tiene justificación. Hay gente, feministas incluso, que la defienden con el argumento de que el arte debe ser provocador. Pura falacia en este caso. No me cabe en la cabeza –le oí decir a mi humana- este doble racero para atacar una golpiza y, al mismo tiempo, alabar un videoclip como éste -antiestético, además-, si ambos tipifican la violencia de género.
Coherencia, por favor.
ETCÉTERA: Hacele caso a tu mamá, Josecito. No necesitás posar de mero macho, fama y plata ya las tenés. Respetá a las mujeres y respetanos a las perras, carajo. Creo que ladré.