Mientras la ciudad está inmersa en el llamado espíritu de la Navidad, algunas comunidades no la celebran o tienen otras fiestas, inspiradas en sus tradiciones e historia. Un ejemplo de esto es la comunidad judía local.
Desde hace unos años, la gente que vive en Medellin, y va por El Poblado, por las noches, ve un candelabro de ocho brazos, y algunas personas que celebran el encendido, durante ocho noches, de cada una de las luces. Alrededor de ellas se ven personas vestidas con elegancia. Los hombres tienen en su cabeza una kipá, un sombrero pequeño, que en el judaísmo recuerda la presencia divina, y llevan los hombres más observantes de las comunidades.
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Ese candelabro es el elemento central de una festividad judía llamada Jánuca que se celebra durante el invierno, y generalmente, sucede en el mes de diciembre. De acuerdo con la tradición judía, comienza el 25 del mes de Kislev, y se extiende durante 8 noches, hasta el 2 de Tevet.
El origen de esta festividad comenzó hace aproximadamente 160 años antes de la Era Común, en Jerusalén, Israel. En aquel entonces ese territorio era controlado por el rey Antíoco IV. Ese monarca era parte del Imperio Selúcida y aunque inicialmente respetó las creencias de los judíos, posteriormente no lo hizó y esto fue visible en el Templo, un lugar de reunión, y considerado sagrado para ellos.
Un grupo de hombres judíos llamados los Macabeos hicieron una revolución con la intención de hacer valer sus derechos y poder vivir sus creencias. Después de varios conflictos y enfrentamientos lograron restaurar el liderazgo y la presencia judía en el Templo.
“Que la luz de estas fiestas nos convoque a todos, más allá del credo que profesemos”.
Federico Surjion, rabino.
Al ingresar a él, nuevamente, descubrieron un hecho que consideraron milagroso: la menorá (o candelabro que permanece encendido de forma permanente) estuvo encendida durante ocho con la cantidad de aceite que equivalía a solo uno de ellos. La historia del milagro se esparció en los lugares y la gente comenzó a celebrarlo cada año, en el invierno, y durante las noches.
Por estos días de diciembre en Israel, la gente enciende sus candelabros y en las ventanas o lugares públicos, para que otros puedan disfrutar el poder de la luz y su significado físico y espiritual.
Celebrar Jánuca, en Medellín
Durante los casi 90 años de presencia oficial en Medellín, los judíos que llegaron de Europa han celebrado Jánuca,en sus casas o en las sedes comunitarias, junto a otras familias, para dar regalos a los niños y contar la historia del milagro.
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En los últimos años, el candelabro de ocho brazos se ha visto en el Parque de El Poblado, por iniciativa de emisarios de Jábad, un movimiento que busca llevar la tradición a todos los lugares del mundo donde haya una sola persona judía. Durante su presencia en ese sitio, responden preguntas y también son bienvenidas las personas no judías que quieran acercarse. Esto es posible en Medellín, una ciudad que ha tratado con respeto, apertura y admiración a los judíos que han llegado para convivir y aportar.
El rabino Federico Surjion está actualmente de visita en Medellín; llegó desde Argentina. A propósito de Jánuca, explica que los hechos ocurridos durante el pasado, en esta festividad, “son un claro ejemplo de ese milagro que se persigue y se gesta, en forma activa, y donde el ser humano se convierte en socio de la creación del prodigio con la Divinidad”.