Instrucciones para “balconiar”

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¿Hay riesgo de contagio de covid-19 al salir al balcón?
En algunos de mis artículos anteriores les hablaba sobre la paz que uno siente cuando se está en cualquier lugar en la naturaleza… Esto lo sentimos porque cuando nos tomamos el tiempo para observar, oír y oler el mundo de esos lugares, de alguna manera nos estamos conectando con ellos (y con nosotros mismos, pues, recuerden: también somos naturaleza)
 

por Rosana Arizmendi

Si no me creen, les hago esta pregunta: ¿quiénes de ustedes no se sienten mejor después de haber pasado un tiempo (horas, días o semanas) en el bosque, en el mar o en el páramo? ¡Apuesto a que todos! Esto sucede porque estar en contacto con la naturaleza trae grandes beneficios mentales, físicos, emocionales, cognitivos y, ¡hasta sociales! (les recomiendo el libro The nature principle de Richard Louv, en el que habla sobre todo este tema con una rigurosidad y una base científica impresionantes). Tanto es así, que ya muchos colegios, hospitales y empresas lo promueven. Por ejemplo, en los primeros se hacen salidas de campo, en los segundos se receta tiempo al aire libre, en las terceras se hacen huertas comunitarias.


Como ven, vecinos, esto no es solo un cuento de personas abraza-árboles (ejem – yo soy una de esas; lo confieso), sino que está comprobado científicamente que conectarse con el mundo natural es parte fundamental de tener una vida feliz y tranquila. La buena noticia es que no tenemos que estudiar en un colegio, o estar en un hospital, o trabajar en una empresa para conectarnos con él. Tampoco es necesario que nos vayamos a sumergir al mar o a un bosque o a un páramo (aunque si lo podemos hacer, ¡qué delicia!) – en la ciudad, ¡también podemos estar en constante contacto con la naturaleza! Por ejemplo, en los parques y zonas verdes, en nuestros jardines, en nuestros balcones, o, incluso, desde las ventanas de nuestras casas (si somos tan afortunados de tener verde alrededor).
Y, ¿cómo?, se estarán preguntando. Pues, “balconiando”, les digo yo. (“Balconiar”: verbo que significa tirar balcón, mirar por el balcón, parcharse a mirar al infinito en el balcón).

Hagamos el siguiente ejercicio y verán cómo nos podemos conectar con el mundo natural mientras balconiamos (o jardiniamos):


1. Siéntense en su balcón (o, si tienen, jardín), cierren los ojos y tomen 3 respiraciones profundas.

2. Continúen con los ojos cerrados y empiecen a identificar los ruidos que escuchan… ¿Cuáles provienen de actividades humanas? ¿Cuáles vienen del viento, de los pájaros, de los insectos, de las plantas del balcón o del jardín? Intenten abstraer cada uno de estos ruidos de los demás.

3. Ahora empiecen a percibir todos los olores que puedan, aún con los ojos cerrados (les insisto en esto, porque el sentido más desarrollado en los humanos es el de la vista, por lo que, al tener los ojos cerrados, los otros sentidos se empiezan a despertar – se agudizan)… ¿Hay algún olor nuevo para ustedes? ¿Hay alguno que les resulte familiar, pero del cual nunca habían sido plenamente conscientes?

4. Abran los ojos y observen todo lo que tienen delante. ¿Qué colores tienen las plantas que ven? ¿Qué texturas? ¿Hay algunas que estén más en la luz y otras más en la sombra? ¿Hay brotes nuevos en algunas? ¿Hay “malecitas” creciendo por ahí?

5. Fijen la mirada en un punto y empiecen a hacer uso de su visión periférica. Es decir, sin mover los ojos, ni la cabeza, intenten detectar cualquier movimiento que haya a su alrededor… Tal vez una hojita que se movió con el viento; tal vez una abejita volando cerca de una flor. Con este tipo de visión es que miran y cazan los búhos.

6. Ahora vuelvan a su visión normal y observen si hay pajaritos, insectos u otros animalitos cerca: ¿qué colores tienen? ¿cómo se mueven? ¿emiten algún sonido? ¿a qué plantas se acercan?

7. Hagan esto durante 5-10 minutos durante todos los días, y van a ver cómo su percepción del mundo natural que tienen alrededor empieza a cambiar. Es una actividad muy bonita, que les recomiendo 100%.
Con estas instrucciones, vecinos, me despido hasta el año entrante. Les deseo una muy feliz Navidad y que el año que viene les traiga cosas geniales. Muchas gracias por leerme y espero que hayan disfrutado de mis artículos ecológicos. Para mí fue una experiencia maravillosa poder escribir para ustedes.

¡Salud! Y, ¡a conectarse con la naturaleza en estas vacaciones!
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