En la promoción, como caso de éxito, de la reducción de asesinatos se desconocen no solo la incidencia de la pandemia en nuestras calles sino el dolor de las familias de las víctimas. No hay triunfos para destacar.
Partimos de una coincidencia que mantenemos con las autoridades: Vivir en El Poblado cree en la vida como valor máximo y en la resolución pacífica de conflictos como única vía y rechaza sin matices la muerte violenta.
Sin embargo, no compartimos puntos de vista cuando estas destacan como logro de ciudad una presunta reducción en los homicidios, bajo análisis de indicadores que son universales y de aplicación histórica en Medellín, pero que deshumanizan la muerte violenta, ignoran el dolor de las familias de las víctimas y desorientan a la ciudadanía. No son triunfos, no se deben destacar.
Esta semana el alcalde Daniel Quintero valoró la reducción de homicidios que experimenta Medellín, como ya lo han hecho sus antecesores cuando tuvieron oportunidad, todos mediante indicadores que es pertinente cuestionar. Hemos reducido los casos en un 44 %, dijo.
Entre el primer semestre de 2019 y el de 2020, Medellín no sufrió 167 homicidios menos. La violencia en realidad produjo 587 vidas perdidas.
El anuncio, a simple vista, es positivo y responde al ruego histórico que la sociedad ha hecho contra el crimen en Medellín. Sin embargo, la metodología es cuestionable porque compara periodos de año que solo tienen relación nominal: 44 % es lo que resulta de restar los 377 homicidios ocurridos en la primera mitad de 2019 con los 210 presentados en periodo similar de 2020.
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¿Por qué entre enero y junio de este año las autoridades esperaban que ocurrieran los mismos 377 casos de la vigencia pasada? Al contrario de lo que plantean, se trata de 587 vidas perdidas. Y al celebrar la presunta reducción, se ignora el dolor de 210 familias.
Además se está desconociendo el factor de la pandemia por COVID-19, que ha impactado la cotidianidad de las calles y, en consecuencia, las dinámicas de la delincuencia. Las autoridades anuncian, como lo dijo Quintero, que continuarán “actuando con contundencia” contra el crimen, y hay que destacarlo, lo que cuestionamos son los indicadores de gestión.
Los mismos casos de éxito se han querido promover en El Poblado (ningún asesinato al 22 de julio de 2020) y con los incidentes de tránsito, otra modalidad de muerte violenta. Las autoridades reportan una reducción del 28 % (de 112 a 81 casos, comparados los semestres de 2019 y 2020. ¿No son en realidad 193 vidas perdidas?). El caso de éxito también es cuestionable porque la cuarentena redujo hasta el 80 % el tráfico en la ciudad.
Valoramos la vida, celebramos la armonía, pero las autoridades no pueden mantener indicadores que desorientan a la ciudadanía y que, tras la declaración de presuntos triunfos, relativizan la tragedia de la muerte violenta: 210 asesinatos no son menos casos; son más dolor.