Es relacionista público, locutor, podcaster, emprendedor, cocinero y deportista aficionado, pero antes que todo es el papá de una niña de cinco años que le revolcó la vida, para bien.
“Te vas a embobar con esa niña”, le decían sus amigos a Hernán Mejía, justo a él que quería un niño con el cual “jugar fútbol, para jugar brusco”. Si hasta ya le tenía nombre: Martín. Pero la chispa de Amelia, cinco años después, le ha hecho “estrenar corazón”.
Toda su vida, Mejía quiso ser papá, pero ya con la niña en sus brazos, comprobó que lo que le decían era cierto. “Es un amor impresionante”.
La vida, de repente, le cambió, de forma “automática e inconsciente”. Si antes se peleaba con el taxista que se le cruzaba en la vía, hoy duda en hacerlo. “Amelia me trajo paz y tranquilidad donde antes había impulsividad”, señala.
En esa tranquilidad se ha apoyado para ser un ejemplo de constancia, sacrificio y persistencia. Hace 15 años Mejía es independiente, luego de una extensa carrera en medios radiales, como locutor, presentador y hasta ejecutivo comercial.
Hoy es un destacado relacionista público de la ciudad, su rostro es habitual en eventos sociales y empresariales; presenta eventos, presta su voz para todo tipo de piezas audiovisuales, y en la cuarentena, por necesidad pero también por gusto, ha explorado algunas pasiones no ocultas pero sí estáticas hasta hace un tiempo: el ejercicio físico (bajó ocho kilos en dos meses), la cocina y los pódcast: lanzó Historias a Pulso, que ya es uno de los 200 más escuchados de Colombia. Además, creó un laboratorio de voces (Lab Vocal) junto a su socia y amiga, Viviana Marín.
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Todas sus ocupaciones pasan a un segundo plano cuando está con Amelia. Es padre separado, por tanto la niña no lo acompaña permanentemente. Cuando está con ella, el mundo se transforma para Mejía. Si hasta juegan fútbol, como él lo soñaba.
No niega que sea duro, sus días son unos sin ella y otros muy distintos al tenerla al lado, pero ambas experiencias las disfruta al máximo: con Amelia juega, se divierte, se convierte en un niño más. Le lee cuentos antes de dormir, que le han inspirado otro sueño: hacerlo en un canal de Youtube.
Al estar ausente la hija, Hernán se enfoca en sus proyectos, crea, piensa y convierte en realidad sus ideas.
Hoy Hernán y Amelia tienen un sueño conjunto: convertirla a ella en una youtuber, con su carisma y simpatía. En eso se parece a su padre. Ya tienen guiones escritos, el permiso de la madre, y esperan que la crisis dé una tregua para lanzarse a la fama.
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