Hace unas semanas conocí a Joe De Sena, el fundador de Spartan Race. Son unas carreras con obstáculos que se hacen en Estados Unidos y otros países alrededor del mundo. Joe fundó esta empresa en el 2010 y hoy en día presenta ingresos de más de 50 millones de dólares al año. Si le preguntas a Joe cuál es la clave del éxito de su empresa, te contesta sin dudarlo que fue aprender a hacer lo que no quería hacer.
Al principio no entendí muy bien su mensaje, ¿por qué hacer lo que no quiero hacer? ¿No se supone que mi vida es para disfrutarla? Al seguir escuchándolo, entendí lo que él quería decir y caí en la cuenta de que todo lo que hoy tengo y por lo cual me siento orgullosa, lo obtuve porque vencí la resistencia e hice lo que no quería hacer.
Lo veo en todas las áreas de mi vida. Hace unos años cuando decidí que quería entrar a uno de los 10 mejores programas de MBA en el mundo tuve que hacer muchas cosas que no quería hacer. En ese entonces trabajaba tiempo completo y salía de la oficina muchas veces cuando ya era de noche. Al llegar a mi casa lo único que quería era comer, ver tv o dormir, pero por el contrario sacaba los libros del GMAT y estudiaba un par de horas cada noche. Me acuerdo de que tomaba café para no dormirme y me ponía metas chiquitas para poder llegar a la meta grande. Empecé este proceso con un grupo de 5 o 6 personas más, y yo fui la única que lo completé. Ahora mirando hacia atrás entiendo que no fue porque yo fuera más inteligente o capaz que ellos, sino que yo fui la única dispuesta a sacrificar las noches, y muchos fines de semana estudiando, escribiendo y leyendo en vez de irme de rumba, de paseo o dormir un par de horas más.
También lo veo con mi pareja; mi relación con Andrew es de lo que más orgullosa me siento. No somos una pareja perfecta, pero sí vivimos felices, todos los días crecemos juntos y nos divertimos mucho. Lo que hoy tenemos no ha sido gratis, lo hemos logrado porque los dos hemos hecho cosas que no queremos hacer. Por ejemplo, cuando peleamos, cada uno quiere tener la razón, culpar al otro o no reconocer que fue nuestro error. Pero cuando hay conflicto siempre sacamos el tiempo para discutirlo, superamos el ego reconociendo nuestros errores y pedimos perdón. Aunque hacer esto nos cuesta tiempo y energía, el resultado siempre es lo que realmente deseamos: intimidad, amor y entendimiento.
No todas las veces lo logro. En muchos momentos la resistencia me vence, elijo hacer lo más fácil y no lo que más me conviene. Pero hoy sé que cada que decido hacer lo que no quiero hacer, obtengo lo que realmente me trae felicidad, orgullo y crecimiento. Te invito a que entrenes tu mente. Cada que sientas que no quieres hacer algo que sabes que te traerá lo que realmente deseas, hazlo inmediatamente. Este compromiso contigo mismo no sólo te permitirá cumplir las metas, sino que aumentará tu autoestima y confianza en ti mismo.
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