Hay esperanza

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Del 2 al 3 de junio de este año se celebrará en Suecia el encuentro Estocolmo+50. Una oportunidad para volver a tocar temas cruciales para nuestro futuro en la tierra.

La crisis eco-social que estamos viviendo hace varias décadas, pero que viene agudizándose en los últimos años, cada día quita algo de mi sueño, se lleva algo de mi tranquilidad, me revuelca un poquito el corazón. Somos casi 8 mil millones de seres humanos y una cifra inconmensurable de seres no humanos que compartimos este planeta. Todos interdependientes, aunque no seamos tan conscientes de ello.

Desde siempre me he preocupado por lo que, como especie dominante, estamos haciendo con este lugar al que llamamos hogar, así que muchas veces también me pregunto si será que tenemos el colapso como único destino. A veces me desanimo y veo todo negro; otras, me animo y veo un futuro luminoso, donde logramos florecer como sociedad de la mano de la regeneración de la naturaleza. En el intermedio, pienso en las conversaciones de talla mundial que se dan acerca del desarrollo sostenible.

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Los días 2 y 3 de junio de 2022, el mundo se reunirá una vez más a tocar temas cruciales para nuestro futuro en la tierra, esta vez para conmemorar el 50° aniversario de la primera vez que se habló de ese tópico. Se celebrará en Suecia, Estocolmo+50, con el lema “Un planeta saludable para la prosperidad de todos: nuestra responsabilidad, nuestra oportunidad”.

Este encuentro busca ser un trampolín para acelerar todos los compromisos que desde hace tiempo venimos haciendo como sociedad global; pretende centrarse en la implementación de la Década de Acción de las Naciones Unidas, para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), incluida la Agenda 2030, el Acuerdo de París sobre el cambio climático, el Biodiversity Post 2020 framework, y alentar la adopción de planes de recuperación verdes posteriores al COVID19.

Esta vez será un evento incluyente, donde mujeres, personas no binarias, y jóvenes líderes de todo tipo se reunirán a elevar sus reclamos a los dirigentes sobre la urgencia de un cambio de dirección en la forma en la que entendemos la relación entre sociedad, economía y naturaleza.

Aprovecho para renovar mi esperanza en que las motivaciones individuales, las posturas personales y la participación civil es realmente lo que genera cambios. Aprovecho para reconocer el proceso de Valentina Grisales, una joven de 25 años, bióloga y activista de Medellín, quien, entre 1.500 aplicantes de países en vía de desarrollo, ganó una beca para representar a las mujeres jóvenes latinoamericanas en Estocolmo+50. Ella representa, para mí, el poder transformador de las acciones que nacen de la profunda convicción por lo que está bien, por seguir el norte que marca la motivación que surge de los deseos del corazón. El deseo profundo de cambiar el mundo, empezando por el metro cuadrado sobre el que tenemos potestad. Empecemos por revisar qué se hace y podría hacerse realidad en Medellín, de todo lo que pasa en las agendas globales.

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