Hacia finales de 2021, ya hace más de dos años, esta columna salía con el título: ¡Con ustedes… Gustavonald Petrump! Hacía un paralelo entre un presidente americano que había entregado su cargo un año antes -de forma, por demás, indigna- con un aspirante presidencial colombiano que se fortalecía camino a las elecciones de 2022.
Argumentaba que sus semejanzas personales en mucho superaban las diferencias radicales de filosofía política que encarnaban: ultraderecha vs socialismo.
Entre ellas, egos descomunales, desprecio por normas, procedimientos e instituciones que pudieran limitarlos, reacciones primarias e infantiles, ignorancia, cero interés por estudiar, ineptitud, revanchismo, realidades propias independientes de los hechos, incoherencia, imposibilidad patológica de aceptar errores, personalidad caótica, narcisismo, malas compañías, nombramientos perversos, mínima disposición a aceptar una derrota electoral, etc. Además de sublimes habladores de m…
Características que, en políticos convencionales, los destinarían al fracaso electoral, pero son justo lo que sus seguidores más les aplauden. De alguna manera retorcida las convierten en virtudes. Les garantizan prensa y atención. Cuando quedan expuestas, ellos y sus devotos las pasan por alto o les dan la vuelta considerándolos víctimas del sistema y culpables de nada.
Y si la justicia les pide cuentas por sus extralimitaciones, es corrupta. O está cooptada. O les montó una persecución.
Este año, de nuevo, presenciamos el doble espectáculo: allá, un precandidato republicano que, a medida que pierde procesos judiciales y va siendo declarado culpable de esto y de lo otro, va recogiendo más votantes.
Aquí, un presidente caótico y poco preparado que, a medida que va metiendo la pata o se le van destapando ollas podridas peores que las que antes tanto denunciaba, se empeña en convocar a las masas populares, para que lo defiendan de la “narco-justicia”.
Es patético: tanta gente, tan inteligente pero tan confundida. Astutos y perspicaces en la vida diaria, pero renunciando a su capacidad de análisis y crítica porque están enamoradas de un político o ilusionadas en que deje de irles bien a los que les ha ido bien.
Tanta gente dispuesta a aplaudir la improvisación, la falta de preparación, la mediocridad y la falacia. Lo hacen por igual fanáticos de derecha allá y de izquierda aquí, para quienes es mucho más importante elevar a alguien que golpee por ellos a los objetos de su odio, que contar con un presidente serio que sí los saque adelante a ellos mismos y al país en general.
Quieren demoler dos países, cuando creen, algunos con total ingenuidad, que lo están construyendo.
Felicitaciones a quienes tienen la honestidad personal y la valentía de renunciar a sus cargos en este gobierno penoso. Muchos de los que se queden lamentarán no haberlo hecho a tiempo.
Como podrán constatarlo, a nivel local, quienes se la jugaron por la alcaldía anterior.
No hay remedio… ¡tendremos Gustavonald Petrump por mucho tiempo más!