La Fundación Óyeme lleva ya más de medio centenar de años esforzándose en dar acompañamiento a pacientes con discapacidades auditivas y sus familias.
Uno de los días en que Olga López sintió más angustia en su vida fue cuando sus dos hijos, Jonathan y Santiago, de 2 y 4 años respectivamente, fueron diagnosticados con hipoacusia neurosensorial bilateral. En otras palabras: sintió un gran temor cuando se dio cuenta de que sus hijos no contaban, ni contarían jamás, con la misma capacidad auditiva que la mayoría de personas a su alrededor. Muchas preguntas aparecían: “¿cómo van a salir adelante?”, “¿qué les espera en el resto de su vida?”, “¿cómo voy a ayudarlos?”. Y si Olga pudiera volver al pasado, se tranquilizaría a sí misma, explicándose que no hay nada de qué preocuparse, porque todas esas preguntas tendrían respuestas en el futuro, gracias al apoyo con el que contaría siempre por parte de la Fundación Óyeme.
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Porque no solo les brindaron apoyo de fonoaudiología constante a los dos chicos, sino también un acompañamiento psicológico a su madre. A ella, le enseñaron a tener paciencia, a entenderlos y, más que todo, a no tener miedo. A ellos, les enseñaron cómo tumbar o disminuir las barreras que encontraran en la vida debido a su condición, y les mostraron desde pequeños las herramientas necesarias para adaptarse a los retos del mundo y desarrollarse como seres humanos. “Por eso, yo no me considero como una persona discapacitada. Simplemente tengo una condición diferente”, explica Santiago Durango, el menor de los hermanos.
LA FUNDACIÓN ÓYEME, BuscaNDO la inclusión social de las personas con estas condiciones, otorga los acompañamientos necesarios a los pacientes y las familias, facilitándoles progresar en la sociedad y derribar las barreras a las que se enfrentan.
Y Jonathan está de acuerdo con esta afirmación. Ambos cuentan que, a pesar de que ha sido difícil, nunca se han sentido con capacidades menores a los demás. Esto porque la Fundación los ha acompañado durante todo su desarrollo educativo: primero, en el colegio, en donde les enseñaban con métodos adecuados el aprendizaje de lectura, escritura y análisis de textos; segundo, al momento de salir de la universidad, con procesos de perfilamiento para ayudarlos a decidir qué carrera seguir; y, por último, el acompañamiento para desarrollarse en el mundo laboral, enseñándoles sobre habilidades blandas y cómo aprovecharlas.
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Sin embargo, a pesar de que han debido adaptarse a las barreras que ha traído su condición, Jonathan y Santiago cuentan que jamás han querido nada regalado. Siempre han buscado una exigencia igual al resto, se han fijado los mismos retos y han puesto la misma dedicación. De hecho, su empuje los ha destacado en todo su desarrollo académico: ambos contaron con los mejores promedios en el colegio, consiguieron los mejores puntajes en el ICFES y obtuvieron becas para estudiar la carrera que quisieran.
2.750 personas con discapacidad auditiva, es la cantidad de pacientes que la entidad sin ánimo de lucro ha apoyado durante sus 56 años de existencia en la ciudad.
Hoy en día, entonces, Jonathan es contador público, egresado de la Universidad EAFIT, y Santiago cursa el sexto semestre de medicina en la Universidad EIA. Han podido aprender, destacar y progresar en sus carreras de una forma sobresaliente, gracias a su dedicación y, claramente, al apoyo constante de la Fundación Óyeme.
La entidad sin ánimo de lucro ha apoyado a más de 2.750 personas con discapacidad auditiva durante sus 56 años de existencia en la ciudad. Buscando la inclusión social de las personas con estas condiciones, otorga los acompañamientos necesarios a los pacientes y las familias, facilitándoles progresar en la sociedad y derribar las barreras a las que se enfrentan. Gracias a la Fundación Óyeme, entonces, personas como Jonathan y Santiago pueden entender a profundidad su condición y adaptarse a ella, y personas como Olga pueden tener las respuestas y el apoyo que necesitan cuando se enfrentan a situaciones como la suya.