/ Carolina Zuleta
La idea de que creamos nuestra vida a través de nuestros pensamientos y palabras ha sido una de las más polémicas en los últimos años. Libros como El secreto han vendido millones de copias y han hecho que estos temas se conviertan en parte de nuestras conversaciones diarias.
Las afirmaciones son un ejemplo de esta filosofía. Son frases diseñadas para que las repitamos varias veces al día, con el objetivo de mejorar nuestra calidad de vida. La pregunta que muchos tenemos es: ¿Será que realmente funcionan?
La neuro-ciencia ha comprobado que nuestro cuerpo reacciona a nuestros pensamientos, sin importar si son ciertos o no, de la misma manera que reacciona a nuestra realidad. Por ejemplo, si estás en un avión y empiezas a pensar que este se va a caer, te empiezas a sentir ansioso, se te acelera el corazón y te sudan las manos (aun cuando el avión no se vaya a caer). Si, por el contrario, estás pensando en las vacaciones tan maravillosas que vas a pasar, te sientes tranquilo y feliz.
La medicina ha descubierto que el estrés es generado en gran parte por la manera como estamos pensando acerca de una situación y que es una de las fuentes principales de enfermedad. Cuando estamos bajo estrés los músculos se tensionan, los sistemas digestivo y reproductivo se desaceleran, producimos hormonas como el cortisol y la adrenalina –que pueden tener impactos negativos en nuestro cuerpo–, perdemos capacidad para tomar decisiones, etcétera. Sabiendo esto, podríamos decir que las afirmaciones sí funcionan, pues si tienes pensamientos positivos, reduces el estrés y te sientes mejor emocional y físicamente.
Sin embargo, una y otra vez oigo a personas decir que al repetir ciertas afirmaciones se sienten mal. ¿Por qué? En un estudio reciente, en el que investigaban los efectos de nuestra conversación interna (pensamientos que tenemos acerca de nosotros mismos y nuestras circunstancias), descubrieron que las personas con una autoestima alta se sentían mejor cuando repetían una afirmación como, por ejemplo, “soy una persona digna de amor”. Por el contrario, las personas con baja autoestima se sentían peor al repetir esta misma afirmación. ¿Será que esto significa que las afirmaciones solo funcionan para personas con autoestima alta? No.
En otra investigación les pidieron a los participantes que escribieran los pensamientos más comunes que tenían en un día y que eligieran el más positivo para utilizarlo como una afirmación. Esta nueva afirmación, que era específica para cada individuo, mejoró la autoestima de todos los participantes, incluyendo los que tenían baja autoestima.
En conclusión, las afirmaciones te ayudan a mejorar tu estado de ánimo, si son creadas contigo en mente. Toma consciencia de los pensamientos más positivos que tienes en el día y utilízalos como una afirmación. Vas a notar la diferencia.
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