El pasado 26 de agosto, la Plazoleta del Museo de Arte Moderno fue el lugar escogido para un momento histórico: la celebración de los 65 años de Fraternidad Medellín.
Hay frases que cambian la vida de otros; de forma literal. Cuenta la historia que Jesús, un hombre judío que nació en Nazareth y pasó a la historia por dejar un mensaje del amor a otros, dijo: “que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”. Este diálogo que aparece escrito en el libro de Mateo, uno de sus seguidores, tenía relación con la intención de las acciones y de la generosidad. ¿Para qué dar a otros? ¿Es mejor hacerlo de forma pública o en privado?
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Maimónides, un sabio de la antigüedad habló sobre eso, también: “el grado máximo de caridad es cuando desconoces la identidad de quien recibe y quien da, ignora el nombre de quien ha dado”. Y es que de esa forma, ninguno queda con compromisos. Y dar se convierte en algo genuino: no por figurar o ganar prestigio, sino para ayudar, para hacer los pesos de la vida más leve. Porque es lo que corresponde.
Después de tener claras estas premisas y en un hecho inusual en su historia, Fraternidad Medellín salió a la calle con el nombre puesto y visible para decir: aquí estamos, para celebrar. ¿Por qué deciden hacerlo? Magdalena Restrepo Arango, su directora, dice que el deseo de festejar de una forma más pública tiene una intención precisa: inspirar. “Después de ver las protestas sociales, el desánimo y la incertidumbre de muchos, quisimos mostrar experiencias donde las personas puedan encontrar inspiración, para ayudar a otros, y aportar a la ciudad”.
Sus proyectos han permitido que más de 17.700 personas tengan acceso al agua, en zonas rurales de Antioquia.
La historia de esta fundación comenzó en 1957, en una época en la que Medellín crecía sin orden, y a la que llegaban muchos con ilusiones y sin certeza de futuro. Al ver lo que ocurría, y motivados con la intención de ayudar a quienes necesitaban una casa, donaron 20 mil pesos en ese entonces. De los 50 fundadores, solo se conocen algunos nombres: Santiago Mejía Olarte. Darío Navarro Ospina, Ricardo Ángel Villa, Guillermo Londoño Mejía, Darío Londoño Villa y Eduardo Uribe Botero. El resto permanece en un silencio tranquilo.
Gente nueva y misión definida
Con el dinero reunido y la buena administración que tuvo lograron construir más de mil viviendas y, sobretodo, crear un patrimonio que les permita avanzar en sus proyectos, sin tener que preocuparse cada mes por los gastos de operación o nómina. “Gracias a esta buena gestión de sus integrantes, Fraternidad Medellín puede funcionar sin tener que sufrir por cubrir las cuentas”. Esto no significa que carezcan de los desafíos comunes que tienen las organizaciones sociales. “Ayudar a ayudar” y apoyar a las fundaciones que trabajan por las personas, en temas variados, ha sido y seguirá siendo su propósito central, explica Magdalena Restrepo.
Sus líneas de trabajo, en el tema de apoyo a fundaciones son claras: cultura y arte, desarrollo social, educación, alimentación, infancia y juventud con internado, empresarismo social, capacitación y educación, salud y rehabilitación, infraestructura, tercera edad y bienestar comunitario.
Gracias a estos aportes y a los proyectos que ha ejecutado desde el 2009, con más de 108 mil millones de pesos, 25 municipios de Antioquia y más de 31 mil personas han recibido apoyo para que “sean mejores seres humanos, preparados para la vida y con mejores oportunidades”.
Sobre el deseo de seguir contando lo que hacen o hablar de sus integrantes, Magdalena Restrepo dice: “Queremos inspirar y al mismo tiempo continuar con el propósito de ayudar con discreción y guardar el nombre de quienes así lo prefieren”. También cuenta que están abiertos a nuevos integrantes. “Si hay alguien que quiera sumarse a nosotros, es bienvenido. Puede manifestar su intención, a través de nuestra página web. Cuidamos que las donaciones y personas estén asociados a causas honestas; nos tomamos el tiempo de revisar”. Y lo hacen para poder seguir tranquilos y con seguridad, en su misión.