En la clase dirigente hay tantos convencidos de que Maduro ya nos está gobernando, como quienes, a pesar de no haber sido su candidato, reconocen que Quintero sí puede hacer una buena gestión.
Estamos próximos a vivir un interesante experimento sociopolítico en Medellín: por un lado, tenemos un nuevo alcalde, al que muchos no bajan de astuto militante del Socialismo del Siglo XXI y dilecto alumno de Petro.
Las redes sociales, en especial los videos, han formado y reforzado esta opinión. Aunque, fuera de aquella grotesca entrega del queso a EPM -de la que el nuevo alcalde tiene que estar avergonzado y arrepentido- lo demás es discutible o tomado fuera de contexto. ¿Es serio asociarlo con Diosdado Cabello, por ejemplo?
De otro lado, tenemos a la clase dirigente de Medellín. Dentro de la que, como indicaba, hay tantos convencidos de que Chávez y Maduro ya nos están gobernando. Pero también hay muchos otros que, a pesar de no haber sido su candidato y de no sentirse representados, reconocen que Quintero sí quiere y puede hacer una buena gestión.
El experimento, decía, tiene dos fases: una, comprobar si Daniel Quintero llega al cargo para dar a la ciudad una brusca y total reorientación política hacia la izquierda tipo Petro (¿La Medellín Humana?). Si nombra gente más orientada a predicar y manipular que a gerenciar. Si malgasta el presupuesto, si pasa por encima de la ley mientras dice que no lo hace, si hace política de balcón…
Pero… ¿y si eso no ocurre? ¿Si en contra de los pronósticos negativos empieza a dar las señales correctas para la confianza inversionista? ¿Si en los cargos claves nombra gente técnica, idónea y con reconocido liderazgo? ¿Si desecha su barata demagogia electoral y se empeña en enmendar la plana en lo relativo a EPM e Hidroituango?
Así las cosas, entraríamos a la segunda fase: ¿Sus detractores actuales respirarán tranquilos y aceptarán que sus preocupaciones estaban exageradas? ¿Que Petro no gobierna en Medellín y que no sería necesario salir del país o desinvertir?
Si así fuera, aparecería una gran oportunidad para bajarle el tono a la polarización actual y empezar a trabajar seriamente por la ciudad. Por ejemplo, empresarios o exfuncionarios de primer nivel apoyando programas, supervisando estrategias, ejerciendo veedurías, quizá trabajando ad-honorem…
Si esto se logra, habremos madurado políticamente y matado un fantasma. Y estaremos mucho mejor preparados para cuando se nos acerque la izquierda extrema.
Ah, y si en Bogotá sucediera algo similar con Claudia, que da señales de ser mucho más aterrizada e inteligente que el dueño de la Colombia Humana, habremos dado un paso gigantesco (hacia adelante, ojo) como país.