Estar sola no es quedarte con tu compañía. Te has invitado a bailar aún cuando no había pista, pero ponías a todo volumen tu canción favorita. Te has visto llorar sin una explicación aparente mientras te bañabas para disimular el sollozo con el sonido del agua cayendo. Te has secado tus lágrimas. Has andado los caminos más excitantes cuando querías resolver todas tus dudas existenciales mirando árboles sin preocuparte por el destino. Has vivido aventuras únicas cuando leíste tus libros favoritos a una sola voz: la tuya. Has descubierto el insomnio intentando domar tu mente. Has tenido tus mejores orgasmos cuando te encontraste con tu cuerpo sin tabúes ni miedos.
Te has sanado cuando te permitiste aceptar el dolor y llorarlo en tu compañía. Has reconocido tus mayores talentos cuando no intentabas demostrarle nada a nadie más que jugar con tus ganas de crear y aprender. Has encontrado la calma y las certezas que te han levantado de la cama cuando te diste consejos como si fueras tu mejor amiga. Has respondido a tus constantes preguntas cuando te has permitido estar en silencio y escucharte, más que a la inercia de siempre pedirle la opinión a todos menos a ti.
No hay razón para que temas estar sola contigo. Has sido tu mejor compañía una vez te has dado la oportunidad de disfrutarte, de disfrutar el ser maravilloso que eres.
Pero témele, realmente tenle pavor, a sentirte sola cuando estás con alguien. Cuando crees amar, pero te conformas solo con el eco. Cuando quieres soñar, pero solo hay silencio. Cuando esperas un abrazo y solo encuentras brazos fríos y quietos. Cuando quieres hablar y ser escuchada, pero no hay más que una voz en un monólogo eterno. Cuando construyes pero solo a dos manos. Solo con las tuyas.
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Cuando no se siente como libertad sino como desierto. Cuando te comienzas a conformar con la ausencia. Cuando te debates entre ser demasiado egoísta por pensar solo en ti o en realmente creer que con su compañía estás más sola que sin él. No lo dudes. No evites aceptar la verdad que sientes y sabes con certeza. Esa sensación de estar sola aún cuando estés con alguien. Aún cuando te dicen “te amo” y hay buenos besos de por medio. No tardes demasiado en admitir que te sientes absolutamente sola, mucho más que si estuvieras sola contigo.
Témele a sentirte vacía y aferrarte a una compañía porque crees que el problema está en ti. Témele a estar con alguien solo por nombrarlo como un escudo a ser llamada “mujer sola”. Témele a querer evadir el tiempo natural de conocer a una verdadera compañía por el afán de encontrar a alguien, que no importa si resuena con tus propios ecos y silencios y angustias y miedos, pero solo por saber que son dos, sin importar si realmente suma. Teme amar y andar con alguien, pero estar realmente sola. Sola sin ti. Quédate mejor sola contigo.