/ Juan Felipe Quintero
Esta semana que viene es de las ricas y las anchetas son parte de los buenos ingredientes. Es usual que traigan vino y no armaré lío con las botellas que contienen: unas son de mayor perfil que otras y lo importante, creo yo, es el gesto de quien regala y la oportunidad de placer que abre. En nuestro mercado hay vinos de 9.900 pesos, como el Laman, también de 1.200.000, como el Cirsion, pero en este mundo de cepas, colores, aromas y sabores para que gastar un montón de plata equivalga a disfrutar en la misma proporción habrá que ser un gomoso de varios kilómetros, tener conocimientos y una sensibilidad entrenada. A mi gusto, lo bueno para los nuevos aficionados está por los 40.000 pesos, a precio de supermercado.
Después de abrir la ancheta, y de dar las gracias, no dé todo por obvio, merecido y sentado, un camino corriente es el del archivo: pasar al mueble de las colecciones bajo el equivocado concepto de que “el vino es para las grandes ocasiones”. Así, bajo la regla de “un día de estos nos lo tomamos”, he visto morir botellas tras botellas a la espera de un aniversario, unos quince, un matrimonio…
Porque no siempre el vino, sobre todo el que suele venir en ancheta, entre más añejo se pone mejor. No. Sea blanco, rosado o tinto, si es joven los años no lo mejorarán sino que lo matarán. Las únicas botellas que se dejan guardar y que el tiempo hace que su contenido crezca de delicioso a memorable son las que tuvieron reserva en roble en el proceso.
El vino en vez de archivarlo, se abre y se comparte. Y tampoco obliga elaborar platos majestuosos que le den la talla. No. Atención a estos planes que casan bien en fin de año: buñuelo con el blanco Chardonnay; natilla con espumante brut blanco; tanda de chorizos, morcilla y chicharrón con el tinto Malbec. A las hojuelas no les propongo maridaje porque no me gustan. Qué pena.
No guarde, no espere. Eso es para coleccionistas, que tienen cava en casa, con decenas de botellas. Uno, que maneja un par de vinos, lo que debe hacer es tomárselos.
Ahora, si no me quiere hacer caso, y guardará el descorche para los quince de la niña (y todavía ni están en embarazo) cuidado con las formas de conservar: lejos de lugares muy iluminados, temperatura ambiente inferior a 24 grados, protegido de la humedad y de los olores tipo tíner y, clave, si la tapa es de corcho natural, mantener la botella en posición horizontal.
Si se obstina en recibir y llevar al archivo, atento que los jóvenes deben consumirse en el año de la compra. Los denominados crianza se dejan esperar hasta 5 años. Los reserva hasta 10 y los gran reserva hasta 15 (si es tan valiente de esperar todo ese tiempo y posfechar el placer). Esas categorías suelen aparecer en la etiqueta.
Pero, insisto, no archive vino. Mejor los buenos momentos que siempre regala una botella, guárdelos en el corazón.
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