/ Carolina Zuleta
Siempre he creído que soy una persona que está muy en contacto con sus emociones, pues cuando estoy triste lloro y cuando estoy alegre tengo una sonrisa, pero durante un curso reciente descubrí que hay un sentimiento que no me permito experimentar y expresar completamente: la rabia.
Desde niña he aprendido que vivir en paz es más importante. Además, en algún momento empecé a creer que expresar rabia genera peleas que dañan las relaciones entra las personas. Como una de las cosas que más valoro son las relaciones interpersonales, muchas veces prefiero no expresar mi rabia para no dañar esa relación.
Al tomar consciencia de mi relación con la rabia, empecé a descubrir varias cosas. La primera es que cuando expresamos cualquier sentimiento, incluyendo la rabia, nos alejamos del sufrimiento y nos acercamos a la tranquilidad. Y lo segundo es que las relaciones se hacen más fuertes cuando las dos partes expresan completamente sus emociones y las procesan juntos. Piensa en tus relaciones más cercanas, tal vez te acuerdes de cómo momentos difíciles fueron los que más los unieron.
Cuando hablo de expresar rabia no me refiero a que ahora tengo la libertad de herir a las otras personas, sino que tengo el derecho a expresar mi rabia de manera responsable. Para expresar un sentimiento de manera constructiva hay que ser honestos –decir “siento esto” y no ser pasivos-agresivos-. Cuando expresas de manera abierta lo que sientes, le das permiso a la otra persona a conocerte realmente y así crear más intimidad.
Existen cinco emociones primarias: dolor, rabia, tristeza, miedo y alegría. La Dra. Judith Wright, en el libro The One Decision, describe la función de cada emoción. El miedo está diseñado para alertarte del peligro y mantenerte a salvo. El dolor es una señal para alejarte de lo que te está generando daño, para aliviar el sufrimiento y moverte hacia algo que te sane y te dé más confort. La felicidad te inspira a compartir con otros. La rabia es la gasolina de tu pasión, te lleva a alcanzar metas, te aleja del peligro y te ayuda a hacer cambios. Y, finalmente, la tristeza te permite soltar una pérdida o un dolor y te prepara para abrirte a nuevas posibilidades.
Las personas que viven sus emociones sin reprimirlas son más auténticas, viven con más libertad y plenitud, tienen relaciones más estrechas con sus seres queridos y son más exitosos en sus carreras profesionales. Sentir rabia no es malo; tampoco lo es sentir tristeza, dolor, miedo o felicidad. Además, la paz interior que tanto anhelamos no es la ausencia de dolor, sino la aceptación y la expresión de ese dolor. Al otro lado de una emoción está la paz, pero primero hay que vivir esa emoción plenamente.
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