/ Carolina Zuleta
Eres perfecto. Perfecto tal y como eres. No estás roto, ni necesitas ser arreglado.
Probablemente al leer esto estás pensando: no, no soy perfecto. No soy lo suficientemente… ¿inteligente? ¿atractivo? ¿creativo?
Todos en algún momento pensamos que somos inadecuados. Creemos que algo nos falta. Nos comparamos con otras personas que a nuestros ojos lo tienen todo y sentimos vergüenza por no tener o ser como ellos. Sin embargo, lo que no sabemos es que ellos también, en algún área de su vida, se sienten inadecuados. Para algunos este miedo de ser inadecuados controla su vida, para otros es algo que aparece solo bajo ciertas situaciones, pero la realidad es que –a menos que seas un maestro iluminado o estés en completa negación– hay algo en tu vida que no te gusta. Si bien todos experimentamos este miedo, eso no significa que estemos rotos.
El problema principal es que nos cuesta muchísimo aceptar la grandeza en nosotros mismos, nos cuesta aceptar que somos maravillosos tal y como somos. Cuando eras un bebé sabías que eras perfecto. No te faltaba confianza en ti mismo, no creías que no tenías valor. Pero, probablemente cuando eras un niño, alguien te dijo que no eras lo suficientemente listo, atractivo, merecedor de amor, o la sociedad te mostró una imagen de belleza o inteligencia diferente a la tuya y creíste que tú eras el del problema. Entonces tu belleza, tu poder creativo y confianza en ti mismo se durmieron. No se fueron, solo se durmieron.
En el libro Un curso de milagros se plantea que en un momento dado creímos en una pequeña y tonta idea, y entonces nos metimos al camino del miedo y dejamos el del amor a un lado. Pudo ser que cuando eras un niño uno de tus compañeros te llamó tonto y entonces 30 o 40 años después sigues creyendo que no eres lo suficientemente inteligente. O alguien te dijo que tu nariz era muy grande, tus piernas muy cortas o tu mentón muy salido y cada que te miras en el espejo únicamente puedes ver “eso” que te mortifica.
Hoy quiero recordarte que tu belleza, tu inteligencia y tu grandeza viven en ti. Sólo tienes que remover los velos que las están ocultando. Sólo tienes que tomar la decisión de volver al camino del amor para que todo lo que ahora duerme en ti, vuelva a brillar.
Y para volver al camino del amor te doy tres consejos: 1. Sé testigo de tus miedos. Empieza a observarlos como si fueras una tercera persona. No los juzgues, toma consciencia de ellos. 2. Empieza a considerar la posibilidad de que esos miedos no sean ciertos. Puedes empezar por preguntarte… ¿Qué tal que yo sí fuera inteligente? ¿atractivo? ¿capaz? 3. Perdona. Perdona a los que te compartieron esa idea loca y perdónate a ti mismo por haberla creído. Esa idea loca es simplemente eso, una idea. Tu eres perfecto.
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