En Maridaje: cocineros de pelo en pecho
Gran parte de la culpa la tuvo una norma para limitar el precio de los platos al de combo de hamburguesa de mediopelo
En los 80’s nada más sexi que el pelo en pecho: “el hombre es como el oso, mientras más pelo más sabroso”; hoy es desastroso. Sin celular, ni computador, oíamos casette, comíamos mantecados, hamburguesas de Tupinamba, bailábamos chucuchucu y nos daba cólico de novio ya que apenas nos piqueábamos. Un mundo, ni mejor, ni peor. Pero casi todo cambió.
En la cocina: información, ingredientes y utensilios se multiplicaron. Por eso uno tiene que cambiar. Lo malo es que uno se acostumbra a hacer algo mal y le parece bien. Muchos no cambian por miedo a perder clientes, pero ellos cambian y esperan que uno cambie. Hay que cambiar, si queremos que todo sea mejor y aunque en Maridaje, se notó la evolución de algunos, vimos a muchos de pelo en pecho, como los que creen que solo existe la presentación setentera del plato con lechuga batavia, hierbas o vegetales para botar. Poca creatividad y mucho vanguardismo mal entendido.
Gran parte de la culpa la tuvo una norma para limitar el precio de los platos al de combo de hamburguesa de mediopelo, que puso a los restaurantes a improvisar con porciones de nouvelle cousine y la gente para quedar llena terminó pagando un dineral. Se contradijo el sentido de una feria de estas que es mostrar lo nuevo y lo mejor de cada uno, no estimular la guerra del corrientazo, que tanto mal le hace a la cultura culinaria.
No es justo todos en el mismo costal, ya que no es lo mismo vender cocina francesa, japonesa, costeña o italiana. Muchísima gente no pudo sacar sus platos estrella. En los negocios la competencia es tan sana como la posibilidad de que cada uno elija lo que se quiera y pueda gastar. Nos privaron de muchas delicias del mundo. “Barato” no puede ser el único argumento. Ahí está la Virgen que Juan Gonzalo, del tour, tuvo muy en claro el error y lo corrigió y espero que como representante de los restaurantes no deje que nos vuelvan a meter ese gol.
Para que vaya más gente, debieron haber bajado la boleta ya que para una familia es costoso, y parte de esta debería ser consumible en comida o bebida ya que como en el trompo para que sea más justo: “Todos ponen”. Está bien sugerir que se tengan platos con precios moderados, pero que atiendan a una política de costos y a una estrategia de mercadeo, no a una norma. Malo para la organización, ya que los que no pudieron hacer rentable su operación, no vuelven. Los restaurantes que van a eventos no son los de moda, ni los poderosos, ya que es una herramienta que el que está bien no usa, menos para exponerse con limitantes de cocina y servicio. Pocos calculan que para vender un plato se compite contra más de 400 ó 500 que se ofrecen.
Un gran evento ejemplo de colegaje, extraordinario por la organización de Santiago Puerta, pero regular por la rentabilidad de los stands y la improvisación de varios restaurantes. Es muy importante que más empresas del sector, proveedoras de alimentos, servicios, insumos y demás, apoyen esta iniciativa como la mejor estrategia para hacer cultura culinaria y vender.
Si alguien se siente aludido por esta nota, ojalá que la aproveche para mirarse…o bien me puede escribir a [email protected]
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