/ Carolina Zuleta
Las emociones son un mecanismo natural que tenemos los seres humanos para alejarnos del sufrimiento y acercarnos al placer. Investigaciones han demostrado que necesitamos todas las emociones para poder alcanzar nuestro potencial. Sin embargo, en nuestra cultura tienen una mala reputación.
Existen cientos de creencias que le quitan el valor a nuestras emociones. Por ejemplo, “demostrar miedo es ser débil”, “los hombres machos no lloran”, “dejar ver lo que sentimos en el trabajo no es profesional”, “si demuestras alegría te pueden herir”. Adicionalmente, cuando éramos niños, nuestros familiares y amigos, al no tener capacidad de estar con sus propias emociones, nos enseñaron a reprimirlas. Tal vez cuando estabas creciendo oíste comentarios como: “A ti no se te puede decir nada”, “Eres muy emocional”, “Sea macho”, “Contrólese”, “Cálmese”. Todo esto que hemos escuchado, nos ha programado para guardar las emociones y no expresarlas. Pero reprimir lo que sentimos tiene un precio.
En la historia, ser racional ha sido más valorado que ser emocional. Personajes como Spock, de la serie de televisión Viaje a las Estrellas, es un ejemplo de esta suposición de que ser racional es ser superior y que las emociones de los seres humanos son su debilidad. Por fortuna, la neurociencia (ciencia que estudia el sistema nervioso) ha podido comprobar que sin emociones no es posible ser racional. En realidad Spock, de haber existido, con su lógica vulcana y su falta de contacto con sus emociones, se habría demorado de cinco a seis horas tomando la más simple decisión, y toda la energía que habría tenido que utilizar para reprimir sus emociones, hubiera reducido significativamente su capacidad cognitiva, afectando su capacidad para recordar y ser productivo.
Según la Dra. Judith Wright, “nuestras emociones dirigen nuestra atención, mejoran nuestra memoria, nos dicen qué valorar, organizan nuestros comportamientos, conducen nuestras habilidades sociales y el desarrollo de nuestra moral, ellas son la fuente de nuestra energía, información, confianza, creatividad e influencia”.
La Dra. Candace Pert dedicó su vida a estudiar la relación de nuestras emociones y nuestro cuerpo. En sus investigaciones descubrió que las emociones que no expresamos quedan literalmente estancadas en los circuitos corporales, en nuestro tracto gastrointestinal y en nuestros ganglios, derivando en enfermedades.
El problema no es sentir, el problema es nuestra falta de inteligencia emocional para identificar, expresar y regular nuestras emociones. La represión finalmente genera que nuestras emociones se expresen de una manera no saludable, sea a través de una enfermedad física, vicios o manifestaciones violentas. En vez de alejarte de lo que sientes, hoy te invito a que empieces a estar en más sintonía con lo que sucede dentro de ti. En vez de reprimir, nombra lo que sientes y exprésalo responsablemente.
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