Se dice que el origen de la pasta es mediterráneo, aunque muchos estudios la ubican en Asia. Hoy es tanta la afición por la pasta y la cocina italiana en nuestra ciudad que en el directorio figuran 26 restaurantes de cocina italiana (más 22 pizzerías) frente a 24 de cocina criolla, de los cuales gran parte son asaderos.
A mí la pasta me encanta desde hace poco, cuando la pude probar recién preparada estudiando cocina en Argentina. En mi casa comíamos los espaguetis tradicionales paisas con varias horas de cocción, pollo desmenuzado, cargas de kétchup, arvejas, zanahoria y cebolla. Cómo los añoro.
Hoy la cultura de la buena pasta ya existe en Medellín, ahí está la Virgen, gracias a cocineros extraordinarios como Adolfo Podestá, Luigi Gaudenzi, Ricardo Valenti y Martín Carrera, y a ricas propuestas como las de Lucía, Nino e Pastino, El palazzetto D´ Italia, Fiorentino, Piadinas y Tramezzini.
La pasta es perfecta para educar a los niños a través de una dieta sana, rica y balanceada pues aporta vitaminas y minerales de gran valor nutricional y no muchas calorías, pero su mayor virtud es la versatilidad de su preparación ya que es perfecta para combinar con muchos otros alimentos. En general, su costo es muy accesible; funciona bien como entrada, plato fuerte o guarnición; es rica fría o caliente y queda muy bien en sopas y ensaladas. A veces comer pasta no es fácil, pero se dice que comerlas con cuchara es de muy mal gusto.
El nombre de cada pasta atiende a su forma, y su variedad va mucho más allá de las que conocemos como espaguetis, macarrones o lasaña. Otras muy comunes son: tagliatelle, fusilli, conchiglie, farfalle, penne, ravioli, tortellini y fettuccine.
Rutas Gastronómicas Paisas R.I.P.
Hace muchos años el programa familiar de los fines de semana era salir a recorrer los pueblos de Antioquia, hermosos en su gran mayoría, al final de carreteras llenas de estaderos, fondas y paraderos con obleas, fresas con crema, fruteras y puestos de dulces típicos. Hoy gran parte de esos bellos pueblos de arquitectura colonial han sido destruidos y reconstruidos con la monótona arquitectura neopaisa de ladrillo a la vista, como la de Medellín. Lo mismo o peor pasó con la comida; la mayoría de esos sitios legendarios para comer fueron remplazados por oprobios donde mandan el reggaetón, la arepa de mentiras, la bandeja paisa, el panzeroti hawaiano y el tiramisú. Para colmo de males, los ricos paseos por carretera hoy son terribles gracias a miles de motos sin Dios ni ley que atentan todo el tiempo contra la tranquilidad.
Cuando no trabajo los “finde” (qué modernismo), me dedico a redescubrir estas rutas y tengo todo un archivo de sitios que todavía vale la pena visitar. Lugares maravillosos donde se conservan las buenas costumbres antioqueñas y, por supuesto, se come rico de manos de muchos héroes anónimos dedicados a preservar nuestro patrimonio culinario, ayer esplendoroso, hoy doloroso en gran parte. Jardín, Jericó, San Rafael, Concepción, La Ceja, La Unión, Puerto Nare, Támesis, El Retiro, Guatapé y Santa Fe de Antioquia están entre varios de mis favoritos, aunque me faltan muchos por visitar. Por favor, escríbame a [email protected] y cuénteme cuáles vale la pena conocer y, sobre todo, dónde puedo ir a comer rico.