El tortazo de Madame

El mundo ha visto una y otra vez el video del recto a la barbilla con que Mme. Macron deja a M. Macron, a las puertas del KO, en la puerta de un avión. Frente a montones de periodistas apostados en el aeropuerto de Hanoi, a la espera de que aparecieran en lo alto de la escalerilla el presidente y su esposa, ¡pum!, los puños de “Mano de Piedra”, se estampillan en la cara de “Sugar” quien, por segundos, queda tambaleando.

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Al darse cuenta de las cámaras se sostiene, medio sonríe, saluda al respetable y ofrece el brazo a la mujer. Pero ella, con el tris de rostro que deja ver su melena de león, descompuesto, lo rechaza y, según expertos en lectura de labios, lo insulta. “Perdedor”, dicen que le dijo. (Ella -25 años mayor- lo ayudó a criar; fue maestra suya cuando él tenía 15 e iniciaron una extraña relación que, el día señalado, pareció quedar en la lona).

Hasta ahí la anécdota. Sólo que además de los variados memes que circularon después de semejante fueradelugar, hay mucha tela para cortar. Empezando por el manejo errático que le dio el equipo de comunicaciones del Eliseo. En cuestión de horas expidió tres declaraciones oficiales. Primero intentó vender la idea de que era un montaje, con el fin de perjudicar la gira que el mandatario francés iniciaba por el sudeste asiático. Luego esta otra, impresentable: “una disputa doméstica sin importancia”. Y, por último, la que se le ocurrió al propio mandatario, traída de los cabellos: “estaban en un momento de distensión”. (Pensé tanto en las versiones encontradas que salen de la Casa de Nariño sobre los incumplimientos, las desapariciones, las imprudencias de Petro…)

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Ninguna de las tres versiones tiene presentación. Por mentirosas. Y por torpes. Ellos mismos, los comunicadores, dejan por el piso -así como Brigitte casi que deja a Emmanuel- la profesionalidad y la credibilidad del manejo que hacen de las informaciones del jefe de Estado. Se auto degradan, mejor dicho. (Que trabajo tan jarto y poco digno, el de estar maquillando las embarradas de quienes detentan el poder).

Mas no sólo son mentirosas; son también peligrosas. La primera, la de matar al mensajero, ultraja un oficio -el del periodismo- que bastante tiene ya con luchar contra las desinformaciones que ponen a circular en las redes buscadores de pulgares hacia arriba, como para tener que estar demostrando que no son creadores de fake news.

La segunda, la de trivializar una cachetada, normaliza la violencia de género, porque es tan condenable la de los hombres contra las mujeres, como la de las mujeres contra los hombres. (De la misma manera y en sentido contrario, diría alguna ex Miss Antioquia). A propósito, ¿saben ustedes si algún movimiento feminista ha salido a defender al señor Macron o creerán que por ser hombre se merecía el sacudón? ¿Qué hubiera pasado si el golpe se lo hubiera propinado él a ella? Con la bajísima popularidad que tiene hoy día -25%-, es muy posible que la presión en las calles y en los medios lo hubiera sacado a escobazos de la presidencia. La tercera, la de disfrazar de complicidad una zarandeada es, además de ridícula, un insulto a la inteligencia humana.

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ETCÉTERA: Nadie puede golpear a nadie, ni siquiera charlando. Para que le quede claro a los señores Macron: On n´a pas le droit de taperles autres.

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