El Teatro Municipal de Envigado será demolido, con algunas edificaciones vecinas, para ampliar la sede administrativa.
Destruirán la guarida de El rey León. Secarán el océano que se tragó El Titanic. Estallarán los cielos escenario de la Guerra de las Galaxias… Con la demolición del Teatro Municipal de Envigado llegará el FIN de todas las películas que allí nos pusieron a soñar, a sufrir y a vibrar durante casi treinta años.
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Y cuando el estropicio llegue, el más conmovido sin duda será Juan Mauricio Vélez Agudelo, el proyeccionista, el administrador, el eterno enamorado de ese recinto.
Tanto el sentimiento, que nos anuncia que el día del primer golpe de almádana contra la edificación “me sentaré al frente, a dejar caer una lágrima”.
Hace 24 años llegó a trabajar en ese lugar porque estaba escrito en la película de su vida, desde antes de nacer. Su padre, don Luis Rodinger Vélez, trabajó no se sabe cuántos años en el primer teatro de Envigado, el Anaconas.
Luego Cine Colombia lo puso de andariego por las salas de cine de los municipios del Valle de Aburrá y de los barrios de Medellín, hasta su jubilación. Pero antes, don Luis encarriló a Mauricio por los complejos ritos de poner en movimiento y dar sonido, sobre un telón, a escenas congeladas en miles de metros de celuloide.
El adolescente aprendió las técnicas en el teatro Ópera, en fines de semana robados al estudio, y por eso todavía menor de edad se dio el lujo de proyectar El rey León, en el flamante Teatro Municipal, en 1994, a los cuatro años de inaugurado.
Este hito en su vida fue posible porque escaseaban los conocedores del oficio y había que reemplazar unas vacaciones. Su habilidad hizo más frecuente los llamados, hasta que se hizo empleado municipal.
Los últimos rollos de la película del Teatro son de 2013, cuando le invirtieron unos 300 millones de pesos en remodelación de espacios, mejoramiento de silletería y del sistema de iluminación. Entonces se anunció que “Se está adelantando la adquisición de equipo de tecnología digital 3D para ofrecer servicio de proyección con tecnología actualizada”, según leímos en informes de prensa de la época. Solo anuncios.
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En 2014 Mauricio proyectó la última película de 35 mm “X-Men: días del futuro pasado”, con precaria asistencia. Con el FIN de esa cinta terminó la vida del establecimiento como exhibidor de cine.
Pero se ha mantenido como escenario para obras de teatro, danzas, presentaciones musicales y actos sociales, ahora golpeado por la pandemia: la celebración de sus 30 años de existencia, en noviembre del año pasado, se quedó “proyectada” por esa razón.
Tumbar para mejorar
Pero Mauricio es práctico, hace a un lado nostalgias para reconocer que el edificio ya no es funcional. No es solo que se haya quedado rezagado técnicamente para la proyección cinematográfica, sino que también cuentan factores como la carencia de parqueaderos y las dificultades de acceso: 20 peldaños de la calle al vestíbulo, otros 35 hasta la sala y allí, las necesarias para alcanzar la butaca preferida. “Hay que tumbar para mejorar”, admite. A ello se suma el auge del cine en los centros comerciales que marchitó las restantes opciones, además de la “competencia” que le montaron coquetas, jóvenes y bien dotadas salas para el arte, como el Parque Cultural y Ambiental Otraparte y la Biblioteca Pública y Parque Cultural Débora Arango. “Los espectadores ya no voltean a ver a este viejito”, se queja Mauricio.
Un viejito de treinta que contabiliza honores: Allí las primeras presentaciones en las tablas de un ahora consagrado Róbinson Díaz; allí los auspiciosos inicios del Teatro Matacandelas; allí la cuna del festival Envigado Hacia el Teatro y del reconocido Encuentro Nacional del Tiple. Y faltan datos.
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Mauricio confía en que el cambio sea positivo, como para volver a disponer de más de 300 sillas para disfrutar del arte, las puestas en escena, las obras cinematográficas. En la definición del nuevo escenario juegan papel fundamental las organizaciones culturales locales, para asegurar que en los diseños finales se atienda el catálogo de especificaciones técnicas requeridas. Porque el riesgo es que -como alguien trinó en redes sociales- destruyan el teatro para retroceder a un auditorio ejecutivo, o a una desangelada sala multifuncional.
También caerán
Con el teatro, caerán cual fichas de dominó las viejas edificaciones vecinas, hacia el sur, y haciendo L al llegar a la calle 38 A sur. Son unos nueve negocios, las sedes de la Asocomunal y de la Contraloría y las oficinas de unos siete programas de la administración municipal, más las oficinas del sindicato.
Van para el piso, igualmente, recintos icónicos de la rumba nocturna de Envigado, como Sagrada Familia Bar y El Sombrero Bar. Don Eduardo Gómez, antiguo propietario de los dos locales, rememora que fueron de mucha tradición, especialmente El Sombrero Bar, visitado por innumerables turistas atraídos por su fama. Durante veinte años funcionó frente al Éxito del centro de Envigado; luego sentó sus reales en la calle Guanteros, entre el 2004 y marzo de 2020, cuando la pandemia lo silenció. “Eso llegaba gente de Italia, de Francia, todos buscando El Sombrero”, dice don Eduardo.
Lo llamó así porque entonces era tendencia referirse a la indumentaria paisa: había negocios con nombres de carriel, ruana, alpargatas y lo típico montañero. “Cuando yo vine aquí, a Guanteros, esto era una zona muerta para la fiesta, con pocos negocios y algunas viviendas”, pero el cambio lo lideró La Sagrada, un cafecito bar pequeño que derivó a escenario de diversión, de la mano de El Sombrero, hasta la pandemia. Hace poco, don Eduardo permutó con la alcaldía los dos locales por unos lotes remanentes de las obras del Metroplús.
Con este tumbazón se habilitan veinte mil metros cuadrados que darán paso a un notable proceso de renovación urbana del centro de Envigado, en torno al proyecto de construcción y ampliación de su nueva sede administrativa. Según información de la secretaría de Obras Públicas para Vivir en El Poblado, la inversión se calcula en unos $70 mil millones, aunque precisarán las cifras cuando la Empresa de Vivienda y Desarrollo Urbano y Rural de Envigado DESur entregue los diseños definitivos y el cronograma de ejecución. Entonces también se tendrá claridad sobre el plazo de ejecución. La idea es empezar la obra a finales de este año.
El comunicado precisa que el 20 % de la inversión lo aporta el municipio (recursos propios) y el 80 % restante será cofinanciado por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá. Se aspira a reunir todas las dependencias del municipio en una misma sede administrativa.
Confirma que el teatro actual desaparece, pero se encuentra incluido uno más moderno y que cumpla con las normas de accesibilidad y sismorresistencia, entre otros aspectos.
Teatro que imaginamos superior a sus cuatro antecesores: Anaconas, Colombia, El Dorado y este, el Municipal. Entre los años 76 – 77 se cerró el Anaconas, porque no le encontraron reemplazo a don Luis, cerebro del establecimiento fugado hacia Cine Colombia.
Ahora, mientras se levanta la nueva sede, su hijo Mauricio protagoniza igual película: la del cierre y derrumbe del imponente Teatro Municipal, que termina -como todas- con un inesperado THE END.