El riesgo es que te quieras quedar

  Por: Juan Carlos Franco  
 
Empezamos 2010 más o menos en la misma tónica en que pasamos todo 2009 y buena parte de 2008: Llenos de incertidumbre por la posible reelección presidencial. Gastando ríos de tinta e invirtiendo (¿malgastando?) la mayor parte de la energía y la inteligencia nacional en discutir si cambiamos o no un nuevo articulito de la Constitución para que el actual presidente pueda ser re-reelegido.
El debate está planteado entre dos extremos: Los muy uribistas que aseguran que Colombia cambió de manera definitiva a partir de 2002 y que sólo gracias a nuestro gran presidente todavía tenemos país. Y los muy anti-uribistas, que lo consideran responsable de todos los males que nos aquejan y reclaman para él Corte Penal Internacional, prisión perpetua o cosas aún peores.
Los primeros afirman que ha sido tan bueno, tan superior a cualquier otro aspirante a la Presidencia pasado, presente o futuro, que sería un desperdicio imperdonable dejar de contar con sus servicios a partir del próximo 7 de Agosto. Y que debemos por consiguiente votar un referendo para preguntar al pueblo, dentro de la más sagrada democracia, si aprueba un ajustito más a la Constitución. Se aterran de pensar que alguien “menos fuerte” o con ideas diferentes pueda llegar y desmontar lo que tanto trabajo ha costado construir y que nos diferencia de otros vecinos menos afortunados a la hora de escoger sus líderes.
Hasta ahí todo bien, todo muy democrático. El problema es que este proceso de cambiar la Constitución ha sido tan, pero tan mal manejado por sus promotores, que ha quedado por el suelo cualquier pretensión de transparencia. En lugar de ingresar al templo de la Constitución con máximo respeto, manejando las cosas con guante blanco, han entrado groseramente y con las botas empantanadas: Que las cuentas se reportan mal, que se violan topes de financiación, que sesiones extraordinarias a medianoche, que la torpe redacción de la pregunta…
Bueno, finalmente, y muy a lo colombiano, estos “pequeños detalles de forma” se van subsanando a punta de votaciones apresuradas en el Congreso, desayunos en Palacio y acuerdos curiosos entre grupos políticos… todo “dejando pelos en el alambrado” y generando sospechas de influencias indebidas.
Y probablemente “el pueblo” se pronuncie y lo terminemos reeligiendo, para bien o para mal. Pero, queramos o no, nos encontraremos con los siguientes problemitas:
Insuficiente legitimidad: Justo cuando más necesitamos un presidente fuerte y legítimo, tendría que pasarse el cuatrienio entero debilitado, defendiéndose interna y externamente de tantas irregularidades y metidas de pata de sus promotores para hacerlo reelegir. Demasiada distracción, demasiado alto el costo para Colombia.
Polarización: Los argumentos para que Uribe continúe hoy serán más fuertes aún dentro de cuatro años, pues el país se habrá polarizado aún más. El riesgo de un cambio drástico y altamente indeseable en 2014 será aun mayor… y quién quita que dentro de un año comience un nuevo movimiento para otro referendo de modo que “aquel que haya sido elegido (¿o haya ejercido?) la Presidencia por tres períodos consecutivos…”
Falta de planificación: No es tan bueno un líder que no planifica su sucesión. Si desde un principio él, su gobierno y los partidos que lo apoyan en el Congreso se hubieran concentrado en enfrentar los verdaderos problemas del país hasta el 7 de Agosto de 2010, con seguridad hace tiempo habrían surgido otros liderazgos claros y nadie se estaría preguntando, ¿“es que si no es él, quien?”
Como en la publicidad que sobre Colombia se ve en CNN, ¡el riesgo para el país es que se quiera quedar!

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